Hay triunfos que son fundamentales. Que reconfortan. El que logró Independiente del Valle el sábado en su casa frente al Deportivo Cuenca tiene ese cariz.
¿Por qué? Porque es una victoria que aleja al equipo sangolquileño de la cuerda floja del descenso a la Serie B del fútbol ecuatoriano. Y, asimismo, permite a sus integrantes mirar el panorama con más optimismo y afrontar el último partido de este campeonato con menos nervios y más ganas.
La cuestión es que la goleada por tres a cero, que los representantes del valle de Los Chillos propinaron a un desmembrado, tímido y desconocido ‘Expreso austral’, fue justa e incuestionable. Sin ningún atenuante.
Fue una victoria que empezó a fraguarse en los camerinos.
Mientras Luis Soler, el sacrificado director técnico del Deportivo Cuenca, echaba mano a lo que tenía en su escasa plantilla, recortada a su mínima expresión por la salida de seis de sus jugadores principales; el DT Julio Asad puso sobre el cuidado césped del estadio de la Liga Cantonal de Rumiñahui el equipo completo.
Es más, Asad tuvo el sábado algunos aciertos. Primero, recuperó a un jugador talentoso como Daniel Samaniego, quien había desaparecido del plantel titular con los anteriores técnicos.
Segundo, ubicó a Fernando Guerrero en el lugar donde se siente más cómodo y puede aprovechar mejor su buena técnica, su velocidad y su remate: la banda izquierda del campo de juego.
Tercero: ratificó en el equipo abridor a jugadores jóvenes con mucho futuro, como Ánderson Caicedo y el mismo Armando Wila, que apenas tiene 21 años.
Con esos argumentos estratégicos, más el aporte de amor propio, ganas y actitud de los integrantes del cuadro negriazul durante los 93 minutos que duró el partido, el resultado no podía ser otro.
Los tres goles también fueron consecuencia lógica del desarrollo del encuentro. Y llegaron de los pies del ‘Chiqui’ Guerrero, el habilidoso zurdo que cuando le dejan dibuja el fútbol.
Y el sábado le dejaron. Andrés López, el bisoño defensa cuencano que le marcó demostró exactamente eso, que estaba muy joven para frenar a alguien con más experiencia y recorrido. Y el ‘Chiqui’ lo burló una y otra vez.
De uno de sus centros llegó el primer tanto de Richard Estigarribia, a los 29’. Guerrero mismo puso la segunda anotación a los 45’ y de uno de sus dribles nació el tanto de Sergio Cedeño en el último minuto del compromiso.
¿Y el Deportivo Cuenca? Nada de nada. Sumido en el desconcierto más absoluto. Y borrando con el codo una campaña que hasta unos dos meses tenía perfil de Copa Libertadores.