Daniel ‘Chupete’ Samaniego, volante y capitán de Independiente José Terán, aplica el juego limpio en su carrera. No recibió sanciones en este año.
HOJA DE VIDA
Su experiencia. Daniel Samaniego nació el 27 de agosto de 1986, en Quito. Jugó en las divisiones formativas de Liga de Quito desde el 2002 hasta el 2005.
Sus equipos. En el 2006 pasó por Católica y al siguiente año en el Imbabura. Desde el 2008 juega en Independiente del Valle.
Su punto de vista. Un futbolista debe saber tratar con los árbitros y evitar amarillas injustificadas.
Usted es uno de los jugadores más leales y no recibió tarjeta amarilla en este año. ¿Cómo se maneja dentro de los partidos para no ser sancionado?
La verdad no soy mucho de patear a los rivales. Tampoco golpeo para marcar porque mi estilo de juego se refleja más con el manejo de balón y eso hace que no tenga muchas disputas. No me gusta que me saquen tarjetas. Llevo años sin acumular amarillas y han sido contadas mis expulsiones. En el 2009, en la Serie B, tuve un récord de minutos jugados sin tarjetas. La Federación me entregó un diploma. El año pasado me sacaron solo una amarilla.
En el fútbol hay momentos de roces y tensiones. ¿Cómo reclama las decisiones de los árbitros?
La relación que tengo con los árbitros es muy buena. Trato de hablar con ellos de buena manera. No hay para qué exaltarse. Ellos tienen la potestad de sacar tarjetas amarillas y uno se expone a esas situaciones cuando no se está de acuerdo. Trato de que me entiendan. En realidad, los árbitros se pueden equivocar varias veces en un partido y uno no puede hacer nada porque no van a cambiar su decisión.
Sin embargo, hay árbitros como Alfredo Intriago que tiene la fama de sacar amarillas por todo…
A los árbitros hay que ayudarles porque ellos dirigen el partido. Alfredo Intriago es una persona muy recta. Es distante al jugador en el sentido que uno no le puede reclamar, pero se puede conversar tratando de hacerle entender que está mal. Se puede expresar lo que uno siente con buenas palabras. Hay futbolistas experimentados que se han ido de roces verbales y, a veces, eso se va de las manos. Los árbitros se pueden equivocar en momentos claves como los futbolistas, pero en la cancha todos somos humanos.
En un partido, dentro de la cancha, hay jugadores rivales que patean o provocan con palabras agresivas, ¿cómo reacciona ahí?
Esa circunstancia siempre es parte del fútbol. Lo que trato de hacer es seguir el juego con viveza. Ahí es clave la viveza del jugador, la inteligencia dentro de la cancha. Edwin Tenorio, por ejemplo, con toda su experiencia, sabe cómo hacer una falta, cómo cortar un balón. La experiencia de cada año dan pautas de eso. Aparte, los árbitros ya van conociendo a los jugadores, quienes pegan, a quienes no pueden sacar tarjeta. Hay jugadores que pegan de forma inexplicable por la experiencia o por el tipo de jugador. El respeto ante el árbitro siempre debe existir.
¿Usted no es mal hablado?
No. Tengo compañeros que sí son mal hablados. Los árbitros tienen que estar atentos al lenguaje del partido. Hay veces que se sancionan a jugadores con tarjetas por decir una mala palabra al reclamar. ¿Para qué hacer eso? Una tarjeta se la toma por hacer faltas tácticas y no por ser soeces.
Entonces, ¿cómo desahoga tensiones en un partido?
Siempre para adentro. Cierro los ojos o miro para abajo. Después del partido hablo con mi padre (Danilo Samaniego, ex jugador de Liga de Quito). Así me desahogo. Es la mejor manera. Con cabeza caliente se pueden ir las cosas de las manos. En el camerino trato de ser tranquilo. Hay compañeros que se gritan o insultan. Uno trata de tranquilizar. Así es mi temperamento. Hay que ser equilibrados.
¿Cómo fue su primera expulsión y la amarilla del 2010?
La expulsión fue en Manta, en la Sub 16, con el DT Víctor Bonatiz. Me olvidé que tenía tarjeta amarilla. El año pasado fue por una falta a Isaac Mina contra el Deportivo Quito. Eso de no recibir tarjetas amarilla es un reflejo del carácter de mi padre.
¿Qué consejos le ha dado su padre para que no reciba amarillas?
He jugado varios partidos de fútbol con mi padre en el barrio y la verdad que nunca le miré reclamar a los árbitros. Más ejemplo que ese no podía tener en mi carrera. Aprendí muchísimo de él. No he recibido muchos consejos porque me conoce como soy dentro y fuera del campo. Soy respetuoso. Eso facilita dentro de la cancha. Como uno vive, uno juega. El ejemplo de mi padre más claro no puede ser. Fue muy limpio y correcto en el fútbol.
¿Ha peleado con algún futbolistas dentro de la cancha?
La verdad no. Por ahí discusiones por algunas faltas. Uno se puede calentar en el partido, pero eso de pelear no me ha pasado. Tengo buena relación con jugadores de otros equipos. Son colegas y mantener esa relación es primordial porque podemos ser compañeros en el futuro.
¿Hay algún entrenador que en su carrera mandó a golpear a los jugadores rivales?
En realidad tuve la suerte de estar con entrenadores que sabían de fútbol. Lo tuve a Hans Ortega y me ayudó mucho. Era un defensa que pegaba bastante, pero como técnico nunca nos mandó hacer eso o a dañar al rival. De ahí, José Moreno, que era habilidoso, nunca nos enseñaba a pegar. Eso incidió en mi carrera como futbolista y también como persona. Con Jacinto Vega, en la Selección, aprendimos a tener viveza. Cuando hay que meter pierna fuerte, toca meter.