Cuando cuatro equipos de Ecuador pasaron a los octavos de final de la Copa Sudamericana, abundaron los elogios para esos clubes y se dijo que esa ‘sensacional’ actuación demostraba el buen momento de nuestro fútbol. ¡Teníamos un póker entre los 16 mejores de la región! ¡Wow! ¡Lancemos juegos pirotécnicos! Pero, al final, resultó un póker de inutilidad: escasa jerarquía de los refuerzos, horrores en la definición, un vértigo inefectivo y una minuciosa vocación para no aprovechar las ventajas.
En realidad, ya se sabía que esos clubes no estaban preparados para vencer a rivales más fuertes. Todos dejaron fuera previamente a escuadras más débiles que jugaron este torneo por las facilidades del sistema, no porque merecieran realmente estar en la Sudamericana. Cuando vinieron los clubes más fuertes, los cuatro fueron derribados. La excepción es Liga de Loja, que hizo historia al vencer de visitante al Nacional en Montevideo en la etapa anterior y que, en octavos, se eliminó invicto. Liga de Loja lo dejó todo y representó bien al país, aunque al final tampoco le alcanzó para algo más que la eliminación.
El decoro de los lojanos no se repitió en los demás. Barcelona perdió los dos cotejos de octavos, controlando la pelota, corriendo como buseta sin frenos pero sin contundencia. Cayó en el Monumental (algo frecuente en este año) y, ya de visitante, no pudo sostener un gol de ventaja. Si eso lo repite en la Libertadores del 2013, su destino será caer en fase de grupos.
Peor fue lo del Quito, que se está dejando afectar por la crisis de liquidez. El equipo tenía ventaja de dos goles pero saltó con los nervios a flor de piel, con elementos descontrolados y repletos de pánico. Por segunda ocasión en el año, lo sacan de un torneo internacional recibiendo una paliza. Tigre es solo un gatito en Argentina pero le bastó un zarpazo para comerse al ratoncito azulgrana.
Y Emelec cerró esta colección de Halloween con un partido que lo pudo ganar pero que lo pierde en casa por culpa de una alarmante ineficacia para resolver las jugadas de ataque. Solo le bastaba un empate en el Capwell ante un equipo que no es la U de hace un año. Pero es difícil anotar cuando la delantera está conformada por clones del Chucho.
Pensándolo bien, esta situación quizás sí refleja a nuestro fútbol… refleja con crueldad palpable todos los defectos que tiene. Qué pena.