Wellington Sánchez, el mediocampista de 36 años y capitán de El Nacional, se equivocó en un remate al arco. Eran las 10:35 de ayer y el volante, que lleva cinco años en el club, falló en su ejecución con la pierna derecha, en pleno entrenamiento.
Entonces, llegó la reprimenda del preparador físico Gabriel Souza. “¡Vamos Wellington!, acomodá bien el zapato”, grita el uruguayo de 37 años.Sánchez, uno de los jugadores con más liderazgo en la intimidad del equipo, regresó a ver a Souza y apenas sonrió. Luego, retornó a la fila para volver a rematar.
Souza tiene solo un año más que Sánchez, pero corrige y motiva a los jugadores sin temores. El uruguayo es también amigo íntimo del técnico Mario Saralegui.
El DT y el preparador físico se incorporaron al club hace un mes, para reemplazar al cuerpo técnico liderado por Perdomo Véliz. Antes de su llegada, los jugadores estaban golpeados por las derrotas que tenían al club como candidato al descenso a la Serie B.
Hoy, El Nacional es séptimo en la tabla de ubicaciones de la segunda fase del torneo (17 puntos). Desde la llegada de Saralegui y de Souza, el plantel solo ha perdido un cotejo de los seis jugados.¿Qué ha cambiado en el equipo? Souza ha intentado acercarse a los jugadores, levantarles la autoestima y corregir sus errores en la cancha.
En la práctica de ayer, el uruguayo también reprendió a Flavio Caicedo. “Vamos, vamos Flavio. No tienes brújula”, gritó después de un mal remate del volante titular de los puros criollos.
Otros jugadores tampoco se escaparon de las reprimendas. “Nadie la emboca (la pelota), vamos muchachos, ¿qué pasa con ustedes? Acaso, no se alimentaron bien”, les gritaba Souza.
Detrás de Souza, el también uruguayo Venancio Ramos, asistente técnico del equipo, celebró las ocurrencias de su colega.En otro costado de la cancha, y más aislado del equipo, el DT Mario Saralegui solo observaba.
Siempre ha sido así. Souza conoce a Saralegui y a Ramos desde su niñez. Él los admiraba como jugadores. Los tres nacieron en la ciudad uruguaya de Artigas y trabajan juntos hace seis años.
Es por eso que el preparador físico conoce las tareas que debe cumplir sin necesidad de comunicarse en la cancha con el entrenador. Souza es el más alegre y suele jugarle bromas a Saralegui, como ocurrió hace dos meses en un río de Artigas. El preparador físico pidió a una persona que le prestara un pez y lo colocó en su caña de pescar. Saralegui creyó que su amigo había atrapado la presa. Por eso, el especialista en el aspecto físico hasta ahora se ríe con la broma.
Pero Souza también tiene un carácter fuerte y, por eso, también apela a las reprimendas. ¿Cómo ha respondido el equipo ante ese estilo? Danny Cabezas, el arquero titular del equipo militar, tiene la respuesta: “Hemos cambiado la actitud, ahora todos peleamos la pelota. La personalidad de los integrantes del cuerpo técnico nos ha ayudado a mejorar mucho”.
La práctica culminó a las 11:30 y Souza se marchó solo al camerino. Él sabe que, además de la alegría y el carácter fuerte, necesita mejorar el estado físico del equipo para evitar el descenso.