Mario Saralegui es perfeccionista. Le gusta que las cosas salgan de acuerdo a lo que planifica. Cuando esto no sucede, puede irritarse. Esa confesión la hace Gabriel Souza, el preparador físico deEl Nacional y uno de sus amigos cercanos.
El técnico es capaz de repetir, una y otra vez un ejercicio hasta que su idea quede clara entre los jugadores. No duda en alzar la voz y mostrarse enérgico.
En la mañana del pasado miércoles, la voz del técnico retumbó en la cancha principal de Tumbaco. Defensas y delanteros del cuadro criollo no tenían una jornada de aciertos. Sus movimientos no eran precisos en las jugadas de tiro libre que ordenó el entrenador.
Entonces Saralegui reclamó a sus jugadores y, como si fueran fichas de ajedrez, los movió en la cancha, los tomó del brazo y los ubicó en la zona precisa. Luego se dió tiempo para hablar con los delanteros, les enseñó cómo rematar, cómo poner el cuerpo e incluso cómo cabecear y dejar sin opciones al golero contrario.
El DT terminó la práctica extenuado. No se lo veía satisfecho. Buscó la sombra de la tribuna mientras se secaba las gotas de sudor con su mano izquierda.
Llevaba un pequeño cuaderno con apuntes y una cajetilla de Marlboro rojo. “Tenemos mucho que mejorar. Pero veo al equipo con ganas, motivado”, dijo entusiasta el entrenador nacido en Artigas, Uruguay, hace 51 años.
Desde el año pasado, Saralegui, ex seleccionado uruguayo, ex jugador de Peñarol, Barcelona, Emelec… es el entrenador de El Nacional. El año pasado su misión fue salvar a los rojos del descenso. Esta temporada pretende más, aunque su equipo no aparece entre los candidatos para alcanzar el título ecuatoriano. “No somos candidatos, pero vamos a dar mucha pelea”.
En El Nacional, el DT se ha convertido en el referente del equipo, según confió el volante Flavio Caicedo. “Está en todos los detalles. Nos aconseja muy a menudo sobre el fútbol y la vida”.
Sus conocimientos de Psicología lo ayudan mucho a acercarse al jugador. El ex volante de Uruguay en el Mundial 1986 estudió hasta quinto año en la Facultad de Psicología de Montevideo, pero tuvo que dejar los libros porque los tiempos no coincidían con los exigentes horarios del fútbol.
La familia Saralegui, según confesó Nataly Irrazábal, esposa del DT, está llena de profesionales. “Hay anestesistas, economistas, una escribana (notaria)”, dice la mujer de 26 años.
El pasado miércoles, sentado en la tribuna de Tumbaco, el uruguayo relató que tras dejar el fútbol en 1993, decidió estudiar Psicología. Avanzó hasta quinto año, a la par que empezaba a dar sus primeros pasos como entrenador de clubes de fútbol.
Pese a no tener el título, ha podido aplicar algunos conceptos en el campo de juego. Habló del fracaso, por ejemplo: “El jugador siempre tiene miedo a la derrota. Para ello, hay que hablar continuamente con el jugador, hacerle entender que esto es un juego, hay que generarle confianza”.
Las charlas con los jugadores son permanentes, según cuenta el defensa Frickson Erazo. También hace bromas y pregunta continuamente por la familia de los futbolistas, algo que ha calado bien en la plantilla criolla.
Saralegui prefiere que lo llamen ex futbolista y no técnico. “Sigo pensando como jugador”, se sinceró. Por ello, el pasado martes estuvo angustiado, tras la lesión del delantero Édison Preciado.
Su esposa contó que esa tarde pasó estresado y siempre estuvo pendiente del futbolista.
Ese día, El Nacional y Universidad Católica jugaron en Tumbaco. En una acción, Preciado chocó con un rival y salió lastimado. Al constatar la lesión, Saralegui lanzó su gorra al suelo y luego reclamó al técnico Jorge Célico por el juego brusco de sus futbolistas.
“No me gusta que me toquen a mis jugadores, así de simple”, respondió cuando le preguntaron por el incidente en la práctica.
El DT es amante de comer asado y tomar yerba mate. Su esposa confesó que es un excelente cocinero y que ella disfruta mucho de cuando prepara tallarines.
En la tarde lluviosa del pasado jueves, Saralegui pudo sentir el aprecio de la afición criolla. Durante la presentación del equipo en Tumbaco, fue uno de los más vitoreados del equipo por parte de los hinchas.
“Es impresionante. La gente siempre me trata con respeto acá y esa es una de las cosas más lindas. No importa hincha de qué equipo sean, pero la gente es muy educada”, confesó el técnico, mientras dibujaba una sonrisa.