Tres partidos y tres victorias, una de ellas importantísima el miércoles (4-1 al Nápoles) para clasificar al Chelsea a los cuartos de la Liga de Campeones, ese es el balance del técnico italiano Roberto Di Matteo, diez días después de sustituir al portugués André Villas-Boas.
Ganar a un equipo de segunda división como el Birmingham en la Copa de Inglaterra (2-0) y luego al Stoke, que jugaba con diez, en la Premier League (1-0) no tiene nada de excepcional, pero sí remontar una eliminatoria de octavos de la ‘Champions’, que era complicada por la derrota de la ida (3-1).
Los hinchas de Stamford Bridge, deseosos de ver resucitar a su equipo, hablan ya del ‘efecto Di Matteo’, aunque el italiano, de 41 años, acaba de iniciar su aventura.
Villas-Boas había llegado al principio de la actual temporada, tras una temporada gloriosa con el Oporto, y Di Matteo era su adjunto.
En estos pocos meses, la relación del portugués con varios ‘pesos pesados’ del vestuario del Chelsea se había deteriorado y el propietario del club, el ruso Roman Abramovich, decidió cortar por el lado más débil, el de Villas Boas, despedido por los recientes malos resultados.
Di Matteo, designado como sustituto, parece haber cambiado la filosofía del equipo y ha apostado por varios de los ilustres veteranos, algo que ha dado alas al equipo en la vuelta de los octavos ante el Nápoles.
El marfileño Didier Drogba y los ingleses John Terry y Frank Lampard marcaron a los italianos, tres hombres que en total suman 98 años.
“Los jugadores han demostrado su pasión esta noche, han demostrado su compromiso con el club y con los aficionados”, celebró el nuevo entrenador tras la clasificación a cuartos de final.
La gran duda ahora en el entorno del Chelsea es saber si Di Matteo superará la prueba y dejará de ser entrenador interino para ser el definitivo, a pesar de que los rumores de la prensa hablan de un posible regreso del portugués Jose Mourinho, actual entrenador del Real Madrid.
Di Matteo conoce a la perfección el club, en donde jugó 175 partidos entre 1996 y 2002, antes de la ‘era Abramovich’, y cuenta con la simpatía de la hinchada, que valora especialmente su estilo combativo.
Como entrenador, su principal experiencia fue en el banquillo del West Bromwich, al que ascendió a la Premier League, antes de ser destituido la pasada campaña, por una racha de malos resultados.
No pienso en mí. Simplemente intento que el Chelsea gane partidos”, afirmó el italiano tras derrotar a sus compatriotas del Nápoles.
Un título en la Liga de Campeones, el gran sueño de Abramovich, parece difícil para el Chelsea esta temporada, pero el equipo tiene otros frentes abiertos.
En la Copa de Inglaterra, donde juegan el sábado en cuartos de final ante el ‘segunda’ Leicester, podrían ganar el título, mientras que en la Premier League es quinto y su objetivo mínimo es terminar entre los cuatro primeros, para poder disputar la Liga de Campeones la próxima temporada.