El día más triste en los 110 años de historia de River Plate puede ser solo el comienzo de una pesadilla: el club deberá ahora hacer frente a deudas millonarias, no podrá retener a algunas figuras y verá reducidos considerablemente sus ingresos económicos en la Segunda división del fútbol argentino.
“Le pido perdón a la gente”, balbuceó Juan Pablo Carrizo en medio del campo de juego, rodeado por la Policía. Tres horas después del partido y superados los incidentes que ocasionaron 68 heridos y 50 detenidos el arquero dejó el estadio, escoltado por seis policías, con la cabeza gacha.
Junto al delantero Mariano Pavone, ex del Betis de España, Carrizo forma parte de las figuras que no seguirán en el club la próxima temporada, ya que finalizó su préstamo y la opción de compra es muy elevada.
El histórico golpe deportivo también sacude la tesorería de los ‘millonarios’, que en la segunda división cobrará cuatro millones de pesos (casi un millón de dólares) por derechos televisivos. Esto es la séptima parte de lo que recibía en la máxima categoría.
Pese a todo, el presidente de River, Daniel Passarella, ratificó su continuidad con tono desafiante: “De acá me sacan con los pies para adelante”. Deberá demostrar capacidad de gestión para sortear una situación poco saludable, ya que club está hundido en deudas y los ingresos se reducen.
Las entradas económicas se limitan a la venta de algún juvenil, la recaudación de local y a los contratos publicitarios, que incluso podrían renegociarse. El vínculo con Adidas es de USD 20 millones por seis años y vence en 2014; con Petrobras, de USD 2,5 millones hasta julio del 2012; y con Tramontina, de USD 600 000 hasta enero próximo.
El aspecto deportivo resulta tanto o más incierto. Los hinchas reclaman el regreso de algunas estrellas que emigraron en la última década, como Hernán Crespo, Javier Saviola, Fernando Cavenaghi y Andrés D’Alessandro.
Mientras tanto, habrá que ver qué sucede en los próximos días, ya que la Asociación del Fútbol Argentino podría sancionar al club restándole puntos por los desmanes que provocaron sus hinchas, que obligaron a la suspensión del partido ante Belgrano, destrozaron parte del Monumental y también arrasaron con los alrededores del estadio, donde se enfrentaron a la Policía.