El ambiente en los exteriores del estadio Rodrigo Paz Delgado, previo al partido entre Ecuador y Uruguay por eliminatorias. David Paredes/EL COMERCIO
Banderas de Ecuador, Uruguay y Argentina en la avenida Diego de Vasquez, eran las únicas señales de que era un día de eliminatorias. Pocos comerciantes informales decidieron ofertar sus productos. La mayoría fiera del cerco que estableció la Conmebol y las autoridades municipales y nacionales.
A diferencia de otros años, el movimiento de los hinchas y comerciantes fue inusual. Incluso el operativo, que por lo general empezaba hasta seis horas del pitazo inicial, se retrasó. No hubo cientos de policías cuidando a los aficionados y tampoco se cerraron las calles a 100 metros a la redonda, como la última vez que la Tri jugó en el Atahualpa, en el 2017.
Marco Beltrán, jefe de operaciones de la empresa Popeye MABEC, aseguró que con la pandemia todo el operativo se modificó. “Estamos cercando las calles sólo las más cercanas. Antes lo hacíamos a 100 metros a la redonda. Además hacemos un barrido para que todas las personas ajenas al cotejo no estén en el perímetro que nos exige Conmebol”, aseguró Beltrán.
El control para las personas que ingresaron al estadio fue riguroso. En el acceso 1, ubicado en la calle Jhon F. Kennedy, los colaboradores de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, los policías y delegados de la Conmebol fueron desinfectados.
Desde las 13:00 hubo restricciones para acercarse al escenario. Incluso las personas que viven y trabajan en el sector tuvieron inconvenientes para poder acceder. A las 16:00, Ecuador recibirá a Uruguay por la segunda fecha de las eliminatorias.