No fue tan gloriosa como la Batalla de Tapi, esa que ganó el Marsical Sucre en 1822, pero la victoria de ayer de Olmedo por 1-0 sobre Manta fue esforzada y premió el espíritu de lucha del colista, que alcanzó su segundo triunfo de la temporada.
El cotejo se jugó con un Olímpico de Riobamba repleto gracias a que, en homenaje a las fiestas de la ciudad, la entrada fue libre. Se llenó a pesar de que el rival no es uno de los grandes protagonistas del torneo, de que también se abrió la señal de TV para Chimborazo y del aguacero que cayó.
Olmedo jugó con el cuchillo entre los dientes desde el minuto 59, cuando perdió a Jacob Murillo, eficiente soldado de infantería que violó las reglas del conflicto al propinar un aleve cabezazo a Carlos Garcés. En ese instante, el marcador ya estaba 1-0 en favor de los locales.
El cotejo había empezado frío e intrascendente hasta que, al minuto 28, el olmedino Luis Rodríguez marcó de cabeza luego de un centro de Andrés Vinueza. Rodríguez no tuvo custodia en su salto, para alegría del público.
Manta sintió el golpe y atacó todo el cotejo, aunque Olmedo se defendió bien hasta que, con la baja de Murillo, debió replegar sus tropas para contener la embestida del enemigo.
Olmedo también sufrió la baja imprevista de Marco Romero, quien entró al 62 pero salió 10 minutos después de lesionarse de la manera más rara: se dio contra un tubo de la mesa de control.
Manta casi empata cuando Garcés estrelló un balón en el poste, pero no logró la igualdad. El parte de guerra dirá, en todo caso, que cayó peleando con honor.