Noches en Doha no tienen restricciones

El bar latino SeñorRitas se convirtió en uno de los espacios preferidos de los hinchas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

El dorado es el color de la capital del Mundial de Catar 2022. El sol del atardecer de Oriente Medio, el oro en sus joyerías y las luces que decoran los principales edificios son una muestra de ello en una ciudad en la que anochece desde las 17:00.

El hipercentro catarí

Hay varias zonas que son el punto de confluencia de los residentes locales en Doha. En Msheireb downtown, hombres y mujeres visten sus trajes más sobrios . Aquí el blanco y el negro son los colores que sobresalen. La noche suele comenzar con una caminata por las calles de este distrito, uno de los más moderno de la ciudad, para pasar a cenar en una infinidad de opciones de restaurantes de comida japonesa, mediterránea, francesa, mexicana, coreana, italiana, turca, peruana, india, entre otras.

Esta zona tiene el ambiente más ecléctico de la ciudad. Está ubicada entre rascacielos, mezquitas, museos que funcionan en mansiones de arquitectura clásica árabe, amplios bulevares y pequeñas plazas con cafeterías tipo ‘food trucks’, boutiques, hoteles y restaurantes más costosos. El precio de un plato en esta zona puede oscilar entre USD 30 y USD 200, aproximadamente.

Los grupos de hombres y mujeres cataríes, que concurren a Msheireb, no se mezclan ni interactúan. Después de la cena, ellas se retiran acompañadas de bebés y niños. Ellos hacen notar su partida con el ruido de los motores de sus autos: Camaro, Ferrari y Lamborghini, y de sus motos BMW.

Lusail, la nueva metrópoli de Doha

En otro distrito de Doha, en Lusail, los visitantes de la Copa del Mundo llegan a SeñorRitas Tex Mex. Un bar restaurante ubicado en la planta baja del hotel Cielo. Aquí las prohibiciones de Catar están exoneradas. Cervezas, cocteles, licores, tabacos y shishas (también conocidas como pipas) son permitidas en el interior del lugar; una cápsula ovalada gigante con triángulos de colores que forman un gran y extravagante mosaico.

Mientras se inicia el último partido de la jornada mundialista, un dúo de cantantes enciende el ambiente del bar con la canción Eres mi sueño del artista colombiano Fonseca. La fiesta es latina para casi 100 personas que llenan el lugar y otras 20 que continúan haciendo fila de espera en el exterior.

El bar tiene alrededor de 30 pantallas que dirigen el ambiente: detienen la música en vivo y pasan a ser las protagonistas con el inicio de cada partido.Todas las mesas están cargadas de vasos de cerveza o de botellas de licor. El costo de la entrada es de QAT 200, es decir, USD 54,94 consumibles.

Una media pinta de cerveza cuesta QAT 50, que son USD 13,73. Con el boleto de ingreso se podría consumir cuatro cervezas, la bebida más buscada de este Mundial, y que ha convertido a este ‘lounge’ en un bar discoteca después de los partidos.

La fiesta con vista panorámica de Doha

Otra de las opciones de fiesta para la noche de esta localidad del Golfo Pérsico son las terrazas o ‘rooftops’ de los principales hoteles. Con una vista privilegiada de la ciudad a más de 10 pisos de altura, los fanáticos de la cita mundialista celebran los triunfos de sus equipos y en un punto de la noche con unos tragos encima también festejan la clasificación de otros.

Estos sitios también han pasado de ser ‘lounges’ o restaurantes a discotecas con presentaciones de DJ en vivo, por este mes de exenciones en Catar. Es la medianoche de lunes y los cuatro ascensores del hotel Horizon Manor no se abastecen para los turistas que buscan subir hacia los distintos bares que aloja en los pisos 14 y 15.

Uno de ellos, Cavalli Club, recibe a los visitantes con una piscina rodeada de mesas, una televisión con las mejores jugadas del día y con un salón con rayos de neón donde predomina un intenso olor a cigarrillo. Aquí la fiesta es de música electrónica con un público distinto al de SeñorRitas y en un nivel de la farra con más grados de alcohol.

Si bien Qatar impuso restricciones de consumo de bebidas alcohólicas y de desmanes por las mismas en sitios públicos, los exteriores de lugares como el Hotel Marriot Marquis de Doha se convierten en un escenario que reta a esas normas.

Son las 03:30 y alrededor de 50 personas, entre mexicanas y árabes, salen del Shanghai Club de este hotel. Entre carcajadas y abrazos de viejos y nuevos amigos se prometen continuar con “la peda”.

Antes de embarcarse en los taxis, unos corretean entre los vehículos que los esperan y otros realizan bailes y piruetas en la mitad de la vía, sin ningún policía que busque mantener las reglas del Emir. Se acercan las 04:00 y con ello los cánticos de las mezquitas en su llamado a la oración; parece que todos se han ido y que la ciudad por fin empieza a dormir por unas horas.

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