En Ecuador lo conocían como ‘El Chueco’. ¿Aún es ‘chueco’ en sus actividades?
(Carcajadas). En verdad, en Ecuador me decían ‘El Chueco’ porque tengo las piernas un tanto arqueadas. Pero en mi país (Argentina) siempre me llamaron ‘Gordo’. Así me conocían de toda la vida en mi país.
¿Gordo?
Así me llamaba mi familia, allá en Córdoba. Creo que era por mi estado físico (sonríe).Entonces, chueco y gordo.
Bueno, ya cuando crecí demostré aptitudes para el deporte. Entonces, no todo fue malo. Pude desarrollarme sin problemas (sonríe).
¿Ha visto la película ‘El Gordo y El Flaco’?
Umm. Me suena. Uno ve tantas cosas. Capaz que sí.
¿Le decían gordo por su estado físico?
Era, supongo, una muestra de cariño. Tú sabes, puedes llamar a una persona con un sobrenombre, pero siempre que haya respeto. De lo contrario, podría considerarse un insulto. Y, bueno, no sé. A mí siempre me ha gustado alimentarme bien y siempre fui robusto (sonríe).
Se alimenta bien pero, ¿qué tal le va en la cocina?
¿Te refieres a cocinar? Bueno, ahí uno hace lo que se puede. Pero sí puedo preparar comida. De hecho, ahora administro un negocio de comida rápida en Córdoba, mi ciudad.
¿Cuál es la especialidad del local?
Preparamos comida mexicana. Ofrecemos tacos, fajitas, quesa-dillas y lomos. Es una comida deliciosa y buena.
¿Ofrece comida rápida en el país en que predomina la carne y el vino?
Sí. Precisamente esa es la clave. Ofrecemos algo distinto para atraer a los que buscan algo diferente y, gracias a Dios, sí tenemos aceptación.
¿Usted prepara la comida mexicana?
No, yo soy el administrador. Tengo empleados que prepararan estos alimentos. Ellos conocen cómo hacerlo y tienen una buena sazón para los platos. No hay problemas en eso.
¿Y si ellos llegan a faltar?
Como te dije, también sé preparar comida. Tampoco es para tanto. Sé cocinar los platos que ofrezco en el local. Si el cocinero se lesiona o le pasa algo, podría reemplazarlo.
¿Es usted de los que cocina en casa?
No. En casa, la comida la prepara siempre mi esposa (Romina Bruno). Ella es cordobesa y tiene una buena sazón.
Entonces, ¿jamás preparó algo para su esposa?
Tampoco es para tanto. Bueno, en verdad solo cociné una sola vez. Preparé un pollo con champiñones para convencerla. Después, ya nunca más volví a cocinar algo especial. Eso sí, en las reuniones preparo los asados.
¿Cuál es el secreto de un buen asado?
Eso depende. En Argentina a la gente le encanta el asado, la carne. Yo preparo el asado a mi manera. Me queda bien. Preparo pollo, carne y cerdo. Y bueno, quien no ha probado un asado y un buen vino no está en nada.
¿Su esposa piensa igual?
(Risas). Ella es una mujer muy comprensiva. Compartimos buenos momentos siempre.
¿Qué hacen en los ratos libres?
Nos reunimos con nuestros familiares, preparamos un asado. En los fines de semana, a veces, vamos a una cabaña para descansar. En ocasiones observamos una película con las nenas.
¿Son sus hijas?
Sí. Tengo tres pequeñas: Rocío (6 años), Agustina (5) y Julieta (2 meses). La primera, Rocío, es ecuatoriana.
¿Cuándo nació en ella?
En el 2004, cuando jugaba en Deportivo Quito. Es una ecuatoriana más, pero también tiene la nacionalidad argentina.
¿Ella seguirá en su país?
Bueno. De acá (Ecuador) extrañamos el clima, la gente, que siempre se portó bien conmigo. Pero ahora ella crece en mi país. Es pequeña y debo ver lo mejor para ella y mi familia.