Mourinho pierde el apoyo del 'clan portugués' del vestuario

José Mourinho, técnico del Real Madrid. Foto: AFP

José Mourinho, técnico del Real Madrid. Foto: AFP

El Real Madrid se adentra en una guerra interna sin que ninguna figura del club ponga freno a los desencuentros públicos que está generando el último mes de José Mourinho en el cargo, ayer reprendido públicamente por Pepe en la escenificación de la pérdida de apoyo del clan portugués.

Hablan poco los jugadores madridistas, por prohibición de Mourinho que eliminó las entrevistas personales hace tres años cuando aterrizó en el Real Madrid, pero en las últimas apariciones por la zona mixta del estadio Santiago Bernabéu dejan declaraciones que hablan por sí solas.

Si tras la eliminación por tercer año consecutivo en semifinales de Liga de Campeones, nuevamente a puertas de la final, fue Cristiano Ronaldo el que claramente desvinculó su futuro del de Mourinho, asegurando que no le importa la decisión del técnico porque sólo se preocupa de él y el Real Madrid. Su compatriota y mejor amigo de la plantilla le tomó el testigo.

Lo hizo unas horas después de que Mourinho dejase uno de sus mensajes a navegantes en sala de prensa. Tras señalar nuevamente a Casillas, del que tras elogiar recientemente su forma de entrenar ahora especifica que sus problemas nacen porque el capitán se siente superior a todos y lamenta no haber insistido en el fichaje de Diego López a final de la primera temporada, el técnico portugués dejó un comentario sobre la tristeza de Cristiano en el inicio de temporada.

Justificó el mal arranque liguero, que posteriormente ha mermado las opciones del Real Madrid de pelear por defender el título, por la tristeza contagiosa de su referente, Cristiano. 24 horas después Pepe dejó clara la fractura que existe en el vestuario y desmarcó al clan portugués del entrenador.

Pepe, con el brazalete de capitán en su brazo, pidió respeto para Casillas quien desde la recuperación de la fractura que sufrió en su mano izquierda ha aceptado su rol de secundario y nunca ha dejado una declaración polémica ni que afecte al equipo o a su sustituto, Diego López. Sin embargo, tanto

Mourinho como su ayudante Aitor Karanka han ido dejando mensajes en público al capitán que no le dejan bien parado. Tras las derrotas o eliminaciones, Mourinho siempre dejó críticas. A los árbitros, a UEFA, al rival, al estado del césped, a sus jugadores. En tres años en pocas ocasiones ha realizado un ejercicio de autocrítica ni ha admitido realizar un mal planteamiento. Eso le ha costado enfrentamientos con algunos de sus futbolistas.

Los de fuerte personalidad no se callaron. Sergio Ramos con quien ha tenido continuos encuentros y desencuentros, le invitó a "lavar dentro del vestuario los trapos sucios". Fue el que más claro respondió a Mourinho en público hasta la irrupción de Pepe, futbolista del que el técnico realizó una defensa a ultranza tras ser señalado por su comportamiento en el terreno de juego en los clásicos ante el Barcelona y que ahora ha perdido su puesto de indiscutible por el crecimiento del francés Raphael Varane.

Mourinho dice no tener una decisión tomada pero su comportamiento cada vez muestra más claro que su deseo es volver a Inglaterra y no cumplir los dos años que le restan de contrato con el Real Madrid. Ayer, ante el Real Valladolid, no sacó la cabeza en una sola ocasión del banquillo. No dio ni una orden a sus jugadores después de escuchar como la mayoría de la afición del Santiago Bernabéu silbó su nombre cuando sonó por megafonía.

El nombre más ovacionado fue el de Casillas. El pulso entre ambos tiene un ganador. En enero fue el ejemplo más claro, el día del partido ante la Real Sociedad cuando los seguidores madridistas se rindieron ante su capitán y mostraron a su entrenador que el enfrentamiento no era el camino.

El clima en el que se acerca la final de Copa del Rey, el único título que el Real Madrid puede ganar esta temporada, no es el más adecuado. Alguien debe poner orden. Sólo puede hacerlo el presidente Florentino Pérez, que mañana, lunes, asiste a un acto en el Bernabéu. En su mano está, mientras se acerca el momento de anunciar elecciones a la presidencia.

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