Gustavo figueroa /Futbolista de Aucas
Me comentaron que su historia de amor parece de novela. ¿Recuerda cómo se enamoró de su esposa?
Fue algo muy bonito y largo. La conocí cuando tenía 14 años, nos llevábamos muy bien, fue una ilusión de colegio y me enamoré. Pero luego nos dejamos de ver por ocho años porque solo fuimos amigos en esa época.
¿Usted la persiguió para poder ser novio de ella?
¡No! No sé si fue Dios o el destino. Después de no vernos ocho años, soñé con ella una noche. No presté mucha atención al sueño. Luego de tres días volví a soñar con ella: me decía que le fuera a ver, que quería verme. Al siguiente día, fui a su casa. Era la misma que yo conocía cuando estábamos en el colegio y así empezamos nuevamente a vernos.
¿Se comportó como un Romeo para acortejarla?
Hablamos y, después de una semana, la invité al cine. Luego de algunos días me declaré de una forma media extraña. Recuerdo que la invité a mi casa; yo vivía en el segundo piso y había cuatro puertas antes de llegar a mi cuarto. En cada una de las puertas puse un sobre y dentro un poema. Ella los iba leyendo de puerta en puerta y, en el último sobre, le pedí que fuera mi novia. Terminó de leer y, hablándole y mirándole a los ojos, le insistí que me aceptara. Esos detalles la enamoraron.
Usted nació en Estados Unidos. ¿Para conquistar a su esposa también le dijo algo en inglés?
Me defiendo con el inglés, pero nada más. Cuando hablo con alguien que domina bien el inglés le pido que no se exprese muy rápido para entenderle.
¿Tiene una canción que le recuerda al amor de su vida?
Sí. La canción de Ricky Martin, Fuego contra fuego. Estaba de moda en mi época del colegio.
¿Alguna película que les guste y la vean juntos?
Nos gusta lo romántico y el drama. Pero no tenemos ninguna película en especial. ‘Diario de una pasión’ es la que más nos agrada a los dos.
Con sus dos nenas, ¿se pueden divertir como antes?
(Risas) No tenemos mucho tiempo para nosotros. Solo cuando nos ayuda mi suegra podemos ir al cine, pero igual tenemos que regresar pronto a verles a mis hijas. Ahora, cuando salimos los cuatro, es muy divertido.
¿Y usted es de los que malcría a sus hijas?
Sí, pero creo que se debe aprender a las buenas o a las malas a ser padre y así ganar experiencia en la vida. Como soy muy goloso, siempre les doy a mis hijas algún dulce y mi esposa se enoja por eso. Pero creo que uno debe ser con los hijos, como fueron conmigo en la niñez. Mis abuelos me malcriaban con dulces.
Usted ayuda en los quehaceres domésticos, ¿se considera ‘mandarina’?
No creo que sea mandarina, pero ayudo en la casa, no tengo por qué negarlo. Ayudo con los platos y esas cosas. El machismo quedó para los abuelitos.
¿En su casa también le llaman ‘Potro’?
A veces. Es un apodo que me agrada mucho y con el que me siento bien. Es un sobrenombre con que me bautizó el periodista Roberto Machado y, desde ahí, la mayoría me conoce como ‘Potro’.
¿Cómo lo llaman sus alumnos que reciben clases de fútbol en los colegios?
Por lo general me dicen Gustavo o ‘Potro’. ¡No me gusta que me llamen ‘Profe’!, porque siento que no hay mucha confianza con los estudiantes.