Luis Zubeldía, técnico de Barcelona, reunió a sus jugadores en el camerino norte del estadio Olímpico Atahualpa en el entretiempo del partido ante El Nacional y les dio una orden: “¡No podemos regalar la pelota, tenemos que dosificar energías y salir a matar en el contraataque!”.
El DT lucía serio y seguro en su intervención. Estaba confiado que sus jugadores podrían cumplir su estrategia y aguantar los 45 minutos restantes del partido en el que el sol pegó fuerte y acompañó a las 15 291 personas que ayer pagaron su boleto.
Zubeldía, en el camerino, también dio indicaciones a Damián Díaz, el movedizo ‘10’ de los toreros. Le pidió que aprovechara los espacios que podría dejar la zaga criolla y, así, habilitar al goleador Narciso Mina.
En su intervención, también dijo algo que pasó inadvertido para algunos jugadores. Les pidió que el primer gol de su equipo se lo dedicaran a él.
Mina olvidó ese último pedido. Cuando el atacante anotó el primer tanto (59’) de los toreros, que desbarató la estrategia de El Nacional, corrió a una esquina y se sacó la camiseta. Díaz se abalanz ó sobre él, lo tumbó y llamó al resto de jugadores amarillos.
Pero Hólger Matamoros no olvidó la petición. Cuando marcó de tiro libre (82’) corrió hacia la banca para abrazar al DT. A Zubeldía le tomó por sorpresa la llegada del volante, pero al verlo lo abrazó e intentó levantarlo.
Walter Guerrero, preparador de arqueros, estaba en el palcodel estadio y conocía del acuerdo, Por eso, al ver la celebración, sonrió levemente. Luego, tomó su transmisor portátil para comunicarse con uno de los miembros del cuerpo técnico que estaban en la banca y dijo: “Más posesión de la pelota, seamos verticales”.
En ese momento, el triunfo estaba asegurado. Pasaron ocho minutos, el pito sonó y Barcelona celebró su primera victoria de visitante en el torneo.