Antes de los Mundiales, como también de las Copas América, hay para todos los gustos si uno recorre el espinel de las opiniones de los protagonistas, tanto aquellos que son considerados candidatos, como los otros que son participantes de segundo, tercer y hasta cuarto y último orden.
Sin embargo, siempre parece haber un denominador común: igual que el boxeador que para sorprender al rival se hace el ‘grogui’, los poderosos se tiran a menos y apuntan como favoritos a otros.
Para no ser menos, en los últimos días las declaraciones de los celestes, incluido Óscar Tabárez, se han inscrito en ese escenario, entonces.
Está bien, es entendible y lógico; porque Argentina es local y, al lado de Uruguay, tanto el ‘gran hermano’ rioplatense como el del norte son países demográficamente enormes, pese a que en la cancha sean once contra once.
Más allá de todo ese prurito, parece que no hay cómo demostrar que, al menos en materia ofensiva, Argentina y Brasil tienen figuras de mayor jerarquía individual que los celestes. Concretamente, Forlán, Suárez y Cavani ya mostraron cuál es su nivel en un Mundial, que es lo máximo que hay en cuanto a competitividad y exigencia en el universo del fútbol. En ese ámbito, en cambio, Robinho, Pato y Neymar aún son un puede ser, por más que jueguen fenómeno; y lo mismo pasa con Lavezzi o Higuaín, Tévez y hasta el propio Messi, incluso. Si no, pregúntenles a los argentinos, que en su mayoría siguen esperando que en la selección juegue igual que en el Barcelona.
Promoción y marketing son una cosa; la realidad, muchas veces, es otra.