Lionel Messi apenas tendrá vacaciones si llega a la final de la Copa América, lo que viene a reflejar tres hechos: sus ansias por competir, su amor por Argentina y su deseo de ganar el primer título con su selección.
Messi volvió a completar una excepcional temporada con el Barcelona, conquistando la Liga española y la Liga de Campeones. Además, fue declarado el Jugador Más Valioso (MVP) de la final europea después de dar un recital. Y de paso se postuló como el gran favorito, casi único, para ganar el próximo Balón de Oro por tercera vez consecutiva.
Pero Messi no para y ya está en Argentina para preparar junto a su selección un nuevo reto, el último de esta temporada, pero no necesariamente el más pequeño. Se trata de la Copa América, que además se celebra en Argentina. “Ahora quiero la Copa América. Es un sueño”, confesó nada más ganar la Liga de Campeones. Y en pleno debate sobre su liderazgo, apareció el seleccionador argentino, Sergio Batista, para afirmar: “Para ser el mejor jugador de la historia, a Messi le falta un título del mundo”. Con su selección, se entiende.
La relación de Messi con la albiceleste no ha sido sencilla, pero el “crack” siempre se levantó después de cada crítica, que fueron muchas. Y ahora parece sentirse más seguro que nunca de que con Batista y sus compañeros puede lograr cosas importantes. Pero estas ansias por competir y sumar gloria también tienen un coste: no tener casi días para desconectar del fútbol.
Messi completará 18 días de vacaciones antes de incorporarse a su selección para preparar la Copa de América, que comienza el 1 de julio. Puesto que la final es el 24 de julio, si Argentina completa todas las rondas, Messi apenas contaría con diez días antes de iniciar la pretemporada con el Barcelona. Aunque es probable que en ese caso el Barcelona tenga algún gesto y conceda más días libres a su jugador más adorado, el favorito de su entrenador, Josep Guardiola.
El 14 de agosto ya hay partido oficial: la ida de la Supercopa de España contra el Real Madrid. Messi jugó 55 de los 62 encuentros disputados por el Barcelona esta temporada. Es decir, el argentino jugó una media de seis partidos al mes. A ello contribuyeron dos factores: sus ansias por disputar cada partido y su privilegiado físico.
Apenas sufrió lesiones en las últimas tres temporadas, en las que siempre estuvo por encima de los 50 partidos jugados. “Compaginar los intereses de los clubs, que son quien paga a los jugadores, y de las selecciones nacionales, que son quien los disfruta y se beneficia, es una asignatura pendiente de la FIFA”, opinó hoy el diario barcelonés “Sport”. Así es un año en la vida de un “crack” como Messi. Jugar todo -y llegar hasta el final de cada torneo- tiene un precio: tener menos vacaciones que nadie. Pero a él no parece preocuparle.