En esos pasos de la caminata por las calles internas del HPC de la Universidad de Pretoria sintió que se equivocó al elegir el pantalón corto como parte de la indumentaria. El futbolista que más ilusión despierta en el fútbol argentino se sienta en un sillón especialmente dispuesto para la entrevista con La Nación.
Las piernas, con evidentes pruebas de los golpes recibidos frente a Nigeria, tiemblan a causa de la baja temperatura. “Me equivoqué con la ropa, ¿no? Se vino el fresquito”, comenta, mientras se frota los muslos para levantar, al menos un poco, la temperatura corporal.
¿En sus piernas hay secuelas del partido con Nigeria?
Y, fue un partido duro… Tranquilo, no pasa nada. Algunas marcas ya las tenía, pero lo importante es que ya pasó y lo superamos bien. Ya descansamos lo suficiente y ahora hay que ir por los tres puntos frente a Corea del Sur.
Debe estar conforme con su debut en el Mundial. ¿Fue como una especie de desahogo?
Sí, la verdad que sí. Sabía que venía de una mala imagen en la eliminatoria y quería, necesitaba, hacer un buen partido. Creo que algunos estaban esperando que hiciera un mal partido para empezar a ‘matarme’ de nuevo. Entonces fue un desahogo y una tranquilidad en lo personal. Fue como sacarme un peso de encima.
En sus últimas declaraciones admitió lo “feo” que fue lo que le tocó vivir en el final de las eliminatorias. ¿Lo superó?
La verdad es que me afectó mucho. Cuando volvía a mi club, me pasaba días sin querer hablar. La pasaba muy mal y, a veces, eso influía en los entrenamientos. En esos momentos me ayudó mucho el técnico (Joseph) Guardiola y mis compañeros en el Barcelona. Me apoyaban y hacían todo para que me sintiera bien. Lo superé con ellos y con mi familia, que siempre estuvo a mi lado y sabe bien lo que sufrí cuando me criticaban por todo.
¿Qué es lo que más le afectaba de todo lo que se decía?
Me dio bronca que dijeran que no siento la camiseta, que no sé el himno. Que digan que no soy argentino me jodió. Y lastimó mucho a mis seres queridos. Porque uno se la banca y está acostumbrado a estas cosas, pero la que más sufre es la familia. ¿Cómo se pueden meter tanto en los sentimientos de otros? Son cosas que todavía no entiendo. Fue el destino el que me llevó a Barcelona. De chico, cuando uno juega con sus amigos, o en un club, sueña con estar en la Selección. Vivo en Barcelona, pero me siento muy argentino. Para uno es difícil hablar de los sentimientos, pero ¿cómo van a hablar livianamente de lo que siento?
¿Le cansó la pregunta sobre que en la Selección no alcanzaba el nivel del Barcelona?
Un poco. Igual, siempre dije que me gustaría hacer en la Selección las cosas como en Barcelona, pero por una cuestión lógica de practicar todos los días con los mismos compañeros, los jugadores de tu club te conocen más. En la Selección, teníamos que sumar horas de conocimiento mientras nos jugábamos la clasificación al Mundial y, quieras o no, eso pesa.
¿Qué cambió en estas dos semanas de convivencia?
Desde que llegué a Argentina para sumarme a la Selección me sentí muy bien en el grupo, siendo yo mismo. Algo que no se había podido lograr en otros momentos. Siento confianza en mis compañeros y siento que ellos me tienen confianza. Eso se refleja en las prácticas, en la cancha y en la convivencia de todos los días.
¿Es de aquellos jugadores que hablan en el vestuario?
Cuando tengo que hablar, hablo. Pero como dije desde que llegué a Argentina, lo que tengo para decir lo van a ver en la cancha. Estoy convencido de lo que quiero. Mi deseo es ganar este Mundial y haré todo lo que esté a mi alcance para conseguirlo.
¿Y las lesiones?
No sé de dónde salió que yo estaba lesionado, realmente es todo mentira. Nunca tuve un problema de lesión como lo que salieron a decir, pero bueno, más mierda para tirarme encima. Llegué bien y espero no tener ningún inconveniente en el Mundial.
Así termina la entrevista el astro del Barcelona. Uno de los más buscados en el Mundial cumplió con la palabra empeñada hace meses. La agenda le marcaba la hora exacta para comenzar el mano a mano con este medio. No es común entrar en la intimidad de una figura del fútbol mundial.