Un entrenamiento de Liga de Quito en el Centro de Alto Rendimiento de Pomasqui. Archivo/EL COMERCIO
El 4 de julio Antonio Valencia y Liga decidieron separar sus caminos. El ex mediocampista del Manchester United resolvió salir de la ‘U’. La versión oficial mencionó temas personales del futbolista, aunque la difícil situación económica del balompié ecuatoriano y del cuadro albo también resultaron decisivos al momento de la desvinculación.
Valencia llegó el año pasado al conjunto azucena. Firmó por dos temporadas, con la posibilidad de renovar por una tercera. En la ‘U’ estaban encantados con su presencia a largo plazo, pero llegó el coronavirus y se desató la crisis.
Para el equipo la afectación por la salida del jugador fue anímica, pero sobre todo futbolística, según lo reconoce el entrenador Pablo Repetto.
En esta temporada ‘Toño’ fue reubicado a un puesto de la cancha en el que se sentía más cómodo: volante cinco, con la misión de sacar al equipo desde el fondo del campo. El 2019 jugó como lateral derecho, una ubicación en la cual, según Repetto, tuvo una menor exigencia física. “Venía de un largo tiempo sin jugar y creímos que era mejor que se coloque allí. Para este año decidimos adelantarlo para que tenga más participación en el juego”.
Ese cambio posicional generó una inversión, sostiene el directivo Esteban Paz. Liga trajo a un lateral derecho de oficio, como Pedro Pablo Perlaza (se compraron sus derechos deportivos al Delfín por las cuatro siguientes temporadas). Contando con Valencia como cinco, Liga fichó a jugadores que pudiesen acompañarlo en la ubicación de volantes de primera línea, y así llegaron el argentino Lucas Villarruel y el ecuatoriano Luis Arce.
En el equipo también había jugadores de un perfil similar, como Édison Vega y el joven Jordy Alcívar.
La salida de Valencia abrió un hueco en dicha zona. Eso fue lo que el cuerpo técnico le hizo notar a la dirigencia. Repetto pidió que, pese a la situación económica, se evalúe la posibilidad de reforzar la posición dejada por el ‘Toño’.
Pero, según Paz, los números del equipo están en rojo. “Hace meses no vemos un dólar por ingresos. No hay recursos por televisión ni auspicios. Hay problemas severos porque no tenemos variantes claras respecto a lo que vaya a pasar”, declaró el dirigente.
Liga de Quito estimó pérdidas por el coronavirus que alcanzan los USD 4,6 millones. Entonces, el equipo se enfrenta a un dilema: seguir intentando ser competitivos y protagonistas en la Copa y el Campeonato, trayendo refuerzos, o cuidar la economía.
La dirigencia busca una salida intermedia. La solución para contratar a un mediocampista que marque el tiempo del equipo sería que algún jugador de la plantilla salga de la institución. Las miradas recaen sobre los seis extranjeros del equipo.
Según Paz, todos los futbolistas son transferibles si llega un buen acuerdo para el jugador y para el club. Pero, hasta el momento, solamente han llegado sondeos para jugadores como el uruguayo Rodrigo Aguirre y los nacionales Jhojan Julio y Franklin Guerra. Ninguna propuesta ha sido firme.
Luego de conocerse la salida de Valencia, el cuerpo técnico sondeó la situación de Jefferson Orejuela, quien estuvo las dos temporadas anteriores en el equipo. Este año fue comprado por el Querétaro y en Guayaquil dan como un hecho su incorporación al Barcelona. Ante eso, la dirigencia busca otras opciones y una de las probables es Lucas Piovi, argentino de 27 años.
La ‘U’ espera por el retorno de la actividad en el torneo local, en donde deberá visitar a Orense en Machala. En la Copa Libertadores visitará a Binacional el 15 de septiembre, en Juliaca, Perú.