El barrio El Cerezo, en la ciudad española de Sevilla, es un sector habitado por emigrantes de diferentes países. A ese lugar acude, en ocasiones, el ecuatoriano Jefferson Montero.
‘Jeff’, el extremo tricolor que al fin ha encontrado regularidad en el Real Betis de la Primera categoría del balompié español, suele ir a ese lugar para degustar comida de Ecuador. Al volante de 22 años, nacido en Babahoyo, le gusta probar el arroz con chifles o patacones en el sitio.
Cuando Montero acude, los ecuatorianos que residen en el barrio le piden autógrafos y que pose para fotografías.
El tricolor accede a los pedidos, aunque, a veces, los desestima por temor a alguna agresión. “Un jugador debe cuidarse. Por eso, él a veces no puede atender todos los requerimientos de los aficionados”, cuenta su padre Pedro Montero, de 52 años, quien reside en Los Ríos.
El extremo del Betis visita ese lugar en las horas de la mañana porque, en las tardes, suele tomar la siesta en su residencia. Es por eso que apaga su teléfono móvil para dormir, tras las agotadoras jornadas de entrenamiento matutino con el plantel sevillano.
Al volante le agrada Sevilla. Dice que se siente a gusto en esa ciudad porque el clima se asemeja al de Guayaquil: húmedo y cálido.
Los habitantes son amables y, por eso, el compatriota puede recorrer las calles, en su auto, con tranquilidad. “Ahora, está muy maduro y ya no necesita ayudantes. Él está tranquilo y su fútbol ha evolucionado, pero se espera aún más de él”, cuenta Diego Herrera, representante del jugador.
En los ratos libres, Montero suele compartir con sus amigos de equipo. El más cercano es el paraguayo Roque Santa Cruz, quien le ha apoyado a mejorar su estilo de juego. Otro de los pasatiempos del futbolista es visitar su cuenta de twitter.