La Tricolor ha sufrido un desmoronamiento. Eso de estar tan arriba en el escalafón de la FIFA ha hecho más daño que bien. Por eso los viejos dicen que, mientras más alto, más duele la caída. Y lo de Ecuador ha sido un suelazo de bruces: desde el triunfo sobre Portugal, quizás el último gran cotejo de la Tricolor, casi todo ha sido sufrimiento y decepción. Alemania aplicó una lección de táctica. España, una bella muestra de cómo se distribuye de la pelota. Perú, Argentina y Colombia fueron dolorosos fiascos. No, no éramos tan buenos.
Lo curioso es que la Tricolor aún goza de las mejores posibilidades para clasificar. Con Colombia quedó claro una vez más que el equipo tiene el talento suficiente para obtener el resultado y ganar el pasaje a Brasil, pero lo que está faltando es un poco de lucidez por parte del cuerpo técnico, el cual sigue enviando confusas señales. Por ejemplo, Fidel Martínez hace goles a camionadas y no se lo llama, mientras que Joffre Guerrón vino desde China y no se lo usó en un cotejo para el que se necesitaba su fuerza. También fue extraña la idea de que Antonio Valencia sea el capitán para que (es para la risotada) su presencia intimide al árbitro. ¿No hubiera sido mejor que se intimidara al rival con fútbol? ¿Alguien cree que Casillas es capitán en España porque intimida al juez? O el invento de poner a Enner Valencia de 9, cuando juega por el costado.
Rueda no ha dejado de inventar. Su colección de cristalería rota es grande: la línea de tres en Argentina, la Copa América, el llamado a Norberto Araujo, el desplante a Álex Colón, ignorar a Martínez. Por eso, la impresión que queda es que Ecuador se clasificará al Mundial a pesar de los errores del cuerpo técnico.