Mientras el plantel de mayores del Independiente del Valle observaba un video en una de las salas del complejo, dos niños de 12 años discutían cerca de una de las dos canchas principales. Luego de un minuto, se calmaron por la intervención de sus compañeros.
Eran dos jugadores que forman parte del equipo Sub 12, compuesto por 18 niños de entre 11 y 12 años. Es decir, el anhelo de triunfar en el mundo del fútbol ya no es solo un deseo de los adolescentes, sino también de los infantes, admite el psicólogo del club, Víctor Guamán. Esta escena se dio la mañana del viernes.
Los chicos salen de sus hogares con permisos de sus padres y aprenden a defenderse ante sus contemporáneos o ante los mayores. Debido a su edad, son susceptibles de realizar actos de indisciplina. Ese día, por ejemplo, dos niños se cruzaron la cancha y la persona que realiza el mantenimiento del césped los regañó.
“Son chicos que vienen de diferentes provincias, que suelen tener hábitos y conductas negativas. Algunos son agresivos. Eso corregiremos con disciplina, comprensión y consejos”, sostuvo Guamán. El plantel dispuso tres requisitos: que se comprometan con el entrenador, con los estudios y con el psicólogo.
Estos niños también se educan en las instalaciones del complejo de Sangolquí. El Independiente tiene un convenio con la Unidad Educativa 15 de Noviembre. Los docentes son contratados por el club y viven en Quito. Ellos imparten clases desde séptimo de educación básica hasta tercer año de bachillerato, para todas las categorías, hasta la Sub 18.
Santiago Calapaqui, profesor de Ciencias Naturales, se reía a carcajadas con las ocurrencias de los menores mientras daba clases de integración con su compañera, Adriana Espín. Él refirió que en la mente de los niños solo está la idea de triunfar en el fútbol. Pero “mientras están en clases, muchos se ponen tristes. Recuerdan a sus familiares”.
“Procuramos hacerles entender que no solo se puede vivir del fútbol, que existen otras alternativas, pero sin quitarles el sueño futbolero”, agregó el docente.
Sandro, de 12 años, es uno de esos soñadores. Él nació en Milagro y vive en el complejo del club desde hace un año. Llegó a Quito acompañador por Luis Medina, quien trabaja con Marco Zambrano buscando talentos para el Independiente del Valle.
“Solo sé que no debo juntarme con los mayores y que es mejor estar alejado de los problemas”, dijo el chico de tez morena. Según su relato, sus padres le autorizaron dejar el hogar por cumplir el sueño, a pesar de su corta edad.
En esa misma situación migró el guayaquileño Sebastián, también de 12 años. El club les entrega USD 50 mensuales como ayuda económica. Con ese dinero se compra sus artículos de aseo.
José Yánez, encargado del grupo de chicos, contó que los 18 niños viven en cinco habitaciones con ocho camas cada una. “Visitan sus casas dos veces por semana”.