Al filo de la Panamericana Norte, en la entrada a la comunidad Piquiuchu, Carchi, Jeaneth Congo, una joven de 25 años, vende papas asadas al carbón. La variedad se denomina roja.
Congo trabaja desde las 15:00 hasta la noche. Una papa la vende en 0,50 centavos. Ella admite que apoyó las candidaturas de Agustín Delgado y de Ulises de la Cruz, asambleístas elegidos por Imbabura y Carchi, respectivamente.
“Lo único que les pido -dice- es que hagan leyes para que aquí nos den trabajo; los chicos solo piensan en el fútbol o en convertirse en policías, ¿por qué no pensar en levantar un plantel avícola o criaderos de chanchos y cuyes?”, pregunta la chica alta y morena.
Adelina y Lilia Villalba, quienes disfrutan de las papas aderezadas con mapahuira, la apoyan. “Tenemos fe en que los dos asambleístas de Alianza País nos ayudarán”, coinciden las hermanas Villalba.
A cinco cuadras de la Panamericana queda el Hospital del Día del Ministerio de Salud y al lado el coliseo amplio y moderno que levantó la Fundación Ulises de la Cruz, luego del Mundial del 2002.
Un grupo de niños revolotea por la vereda adoquinada.
Nataly Rosero, médica rural, trabaja en el centro de salud. Titulada por la Universidad Central, Rosero admite que dos enfermedades afectan a los pobladores de la cuenca del Chota: la hipertensión arterial, por el consumo excesivo de carbohidratos (arroz, papas, fréjol, poca carne y la falta de ejercicio); y la diabetes.
Los niños sufren de resfríos y de parasitosis, a pesar de que los controles ahora son más exhaustivos.
Según Rosero, de 27 años, los primeros años FundeCruz (la fundación de Ulises de la Cruz) pagaba a un médico y a una enfermera para que atendieran en el centro. Luego la Fundación firmó un convenio con el Ministerio de Salud, entidad que se encarga de la atención: de lunes a viernes, una doctora y una enfermera; el lunes atiende una obstetriz; jueves y viernes, un odontólogo.
En torno al luminoso hall, de cúpula blanca, se aprecian las salas cerradas de rayos X, cirugía, quirófano y sala de emergencia.
“Sería una maravilla que funcionaran esos espacios vitales -explica Rosero-, pero hacen falta recursos, sé que FundeCruz guarda allí algunos equipos médicos”.
Las enfermedades respiratorias afectan a los niños (farinoamidgalitis, rinofaringitis, amidgalitis).
Rosero confirma que hay decenas de jóvenes madres solteras. Por ello, en colegios y escuelas dictan charlas de educación sexual.
Las chicas, por ser menores de edad, no pueden usar anticonceptivos, pero emplean una inyección mensual, que hay en el centro médico. “En Piquiucho han rebajado los embarazos en los adolescentes”. En una pared del centro se ha fijado un dispensador de preservativos. Con el sello del MSP se distribuyen gratis. El plan se denomina Habla serio, sexualidad sin misterios, y los dispensadores se hallan en los centros médicos de las aldeas del valle.
La farmacia, también del MSP, está bien surtida. Por ejemplo, entrega medicina para la hipertensión aguda. Según Rosero, quien gana USD 830 al mes y reside en Ambuquí, el centro atiende a 15 pacientes cada día. Pero la vida de los adultos es muy sedentaria.
Trabajan en las pequeñas granjas para sobrevivir y no hacen el ejercicio adecuado, como caminar o gimnasia frecuente.
Rosero afirma que el coliseo, para abrir, tiene un tarifario.
Este Diario quiso constatar esto con Ulises de la Cruz, pero no respondió varias llamadas.
Más detalles del valle
En el Chota opera, desde hace 35 años, un dispensario del Seguro Social Campesino. Brinda medicina preventiva.
Marina Arias, auxiliar de enfermería, dijo que la prioridad del dispensario es la atención a los 1 500 afiliados del Seguro.
Tania de Jesús, del buró político del ‘Tin’ Delgado, habló de los avances para el pueblo afro: en el Municipio de Ibarra trabajan 40 empleados. La profesora Alicia Muñoz reconoce que hay 60 profesores afro.
Christian Narváez, administrador de la hostería del ‘Tin’ Delgado, en Bellavista Alto, San Antonio de Ibarra, dijo que la hostería, de 7 ha, es una de las atracciones para promover el turismo en la región.