Decenas de hinchas llegaron ayer al estadio Casa Blanca con la ilusión de adquirir una de las 3 000 entradas que salieron a la venta para el partido entre Liga Deportiva Universitaria y la Universidad de Chile, por la primera final de la Copa Sudamericana.
De esos hombres y mujeres que caminaban de un lugar a otro para ubicarse lo más cerca de una de las ventanillas que expendían los boletos, David Paspuel, de 18 años, llamaban la atención.
Sentado sobre la vereda, el hincha del club merengue tiritaba de frío. Él llegó al estadio de Ponciano la noche del miércoles, después de abandonar el bus que lo trajo desde Tulcán, en donde radica. A pesar de estar envuelto desde la cabeza hasta las piernas con una cobija aparentemente gruesa, el joven no dejaba de temblar.
Eran las 08:15 de ayer y Paspuel no había desayunado y lo más “seguro era que no lo haga”, pues corría el riesgo de que su lugar en la larga fila sea usurpado.
Esa afirmación la hizo mostrando un rostro demacrado, pero al mismo tiempo exhibiendo una suave sonrisa, producto de la confianza que siente por su equipo, al que le pronosticó una ganancia de 2-0 sobre la ‘U’ de Chile.
El mismo resultado lo dio Mauricio Saeteros, amigo de Paspuel, que llegó ayer al estadio de Ponciano cerca de las cuatro de la mañana. Para el hincha del equipo azucena, el esfuerzo valió la pena, pues Liga lo ha llenado de alegría desde el 2008, cuando alcanzó el título de la Copa Libertadores.
Para asistir a la venta de entradas, Saeteros faltó a sus clases, con el permiso de sus padres. La única condición que sus progenitores le impusieron fue que hoy se igualara con sus tareas.
Al igual que ese fan, decenas de personas suspendieron sus actividades normales para observar el cotejo internacional.
Al estadio Casa Blanca llegaron de Ibarra, Ambato, Tulcán, Guayaquil, Loja… Unos arribaron a Quito con sus amigos, con sus parejas y hasta con niños en brazos.
Haciendo fila también estuvieron hinchas chilenos. Para ellos, la organización destinó 1100 entradas, pero hasta las 09:45 de ayer solo 195 boletos estaban en las manos de esos aficionados. Así lo confirmó Marcelo Valencia, jefe de taquilla de Liga de Quito.
La organización decidió entregar tal número de boletos para los seguidores chilenos, con la finalidad de recibir las mismas 1100 entradas en la segunda final, que se disputará en Chile.
Para el cotejo de ayer, Liga (Q) sacó a la venta 27 300 boletos, distribuidos de la siguiente manera: 15 000 generales, 11 700 tribunas y 600 palcos.
Ayer salieron a la venta 3 000 entradas. Las 200 generales se repartieron entre 50 personas y se agotaron en 45 minutos. Con esa venta se espera sumar una taquilla de USD 690 000, cifra inferior a la recaudada en el partido de Copa Libertadores, en donde sumaron USD 1 100 000.
Los boletos se empezaron a vender a las 07:59, un minuto antes de lo acordado. Pese a ello, los aficionados se quejaron por la tardanza en las personas que los expendían. También por la “viveza criolla”, así fue como calificó Marco Garrido la acción de las personas que ingresaron en las filas sin esperar su respectivo turno. “El país está así por culpa de esa gente que rompe con las normas establecidas”, comentó molesto.
Otra acción que generó protestas entre la hinchada fue la reventa de la entradas. Un boleto a general que costaba USD 20, los comerciantes lo vendían entre USD 30 y 40, mientras que la tribuna costaba USD 70. Su precio original era de USD 30.
Frente a eso, Valencia dijo que “es como todo negocio. Si una persona compra un zapato a un precio, después me lo venderá a otro mayor”, sentenció, añadiendo que no defiende la reventa.