L a botella de tequila El Charro se abrió a las 23:00 del sábado pasado. Faltaba aún una hora y media para que un grupo de hinchas iniciara el viaje a Cuenca, pero la ansiedad y el frío de la noche guayaquileña hizo que tomaran la bebida con anticipación.
Así, los aficionados iniciaron su ‘travesía’ a la capital del Azuay para observar el juego de ayer entre el Cuenca y Barcelona.
Ellos y otros hinchas acudieron la noche del sábado a los exteriores de la Universidad de Guayaquil, a la altura del Malecón del Salado. Ahí, unos 40 buses de distintas cooperativas esperaban la hora de salida. Por las veredas y las calles del sector, caminaban de un lado a otro hinchas que se cubrían con gruesas chompas y camisetas canarias.
Entre ellos se encontraba Germán Castellanos y un grupo de amigos. Entonaban canciones del equipo y tocaban tambores. Ellos son miembros de la barra Zona Norte y el sábado por la noche también viajaron a Cuenca para alentar a su equipo.
Esos seguidores del cuadro canario enviaron a Cuenca, desde el jueves pasado, a tres miembros de su grupo para conseguir entradas. Lo mismo hicieron otras agrupaciones que forman parte de la barra Sur Oscura. Así lograron asegurar su ingreso al estadio Alejandro Serrano Aguilar.
Miembros del colectivo AgruPasión Torera también se encontraban en el sitio. A ellos se unieron aficionados toreros que llegaron de Manta, Portoviejo y Rocafuerte (Manabí). A este último grupo le asignaron un bus de la cooperativa Rutas Salitreñas.
Después de casi una hora de espera, el chofer encendió el motor del vehículo. Una masa de humo negro salió del escape e hizo alejar a los pasajeros por unos minutos. Cuando el humo se disolvió, los hinchas subieron al bus.
Antes, hubo una indicación de ‘Kleber’, uno de los líderes del grupo. “Las mujeres ingresarán primero y ocuparán los asientos de adelante. Todos los varones nos vamos a los asientos de atrás”, advirtió. Y así fue. Todos se ubicaron tal como se lo habían sugerido.
El viaje empezó con cánticos. Como ellos no tenían tambores, acompañaron sus interpretaciones golpeando la lata del bus y los asientos del bus. “Ídolo, cómo te explico cuánto te amo yo”, cantaban a viva voz
Pero había que abastecerse. Faltaban cigarrillos, agua y algo para ‘picar’ en el camino. Eso obligó a hacer una parada inmediata. Los buses se detuvieron en una estación de servicio de Durán, pero en el lugar falló el fluido eléctrico y los hinchas no pudieron comprar los ‘bocaditos’.
Eso obligó a realizar una parada obligada en Puerto Inca. Ahí compraron lo necesario para, ahora sí, empezar a subir la cordillera y entrar al Parque Nacional El Cajas. Juan compró un arroz con menestra y carne. Carlos pidió unas papas fritas y Miguel una cerveza. La botella de tequila ya se había terminado. Por eso, ellos compraron dos más para continuar el recorrido.
Esas dos botellas se terminaron en cuestión de minutos. Los rostros de algunos lucían pálidos por el sueño, el cansancio y el frío.
Cuando el chofer del bus apagó las luces internas, la mayoría empezó a dormir y solo despertó cuando arribó a Cuenca.
Así, los hinchas arribaron a la capital azuaya a las 07:00. Ahí, los esperaba un piquete de policías en motos. Estaban designados para acompañarlos hasta el estadio. El viaje al escenario fue a pie.
Los buses se quedaron a unas siete cuadras debido a que, desde la noche anterior, se habían cerrado las calles aledañas.
En el interior del estadio los hinchas desplegaron sus banderas y corearon cantos hasta que se inició el trascendental encuentro del Campeonato ecuatoriano.
Barcelona no correspondió a las muestras de fervor y apoyo que los hinchas mostraron en los graderíos. Los jugadores más talentosos, como Damián Díaz, apenas crearon jugadas de gol.
El club torero perdió 1-0 ante el Cuenca. Sin embargo, se clasificó a la final y a la Libertadores 2013. Por eso, los hinchas estaban felices. Valió la pena el viaje.