Grave error en la película de Spencer

La película sobre Alberto Spencer pretender hacer justicia con un deportista formidable, pero adolece de un error garrafal: el biógrafo oficial del gran 'Cabeza Mágica' no participó en este documental sobre el delantero más exitoso de la historia del Ecuador.
El periodista y abogado Freddy Álava Muentes fue el único que recibió un testimonio tan directo, tan permanente y tan amplio de los labios del mismo Spencer, al que siguió hasta su muerte, en el 2006.
Álava lo supo todo sobre el jugador y su biografía se editó no solamente en Ecuador sino también en Uruguay, cuya segunda edición fue bajo el amparo de El País (el diario más importante de ese país), con un prólogo firmado por José María Sanguinetti, expresidente de Uruguay. O sea, es 'el' libro.

Ignorar el trabajo de Álava en un documental sobre Spencer equivale a elaborar una película sobre los hermanos Restrepo sin preguntarle algo a Pedro, o a filmar sobre la crisis bancaria de 1999 sin las consideraciones de Ana Lucía Armijos.

Buscar los mejores testimonios es regla hasta en la ficción: en la reciente película de Ron Howard sobre el duelo Lauda-Hunt en la F-1, uno de los protagonistas colaboró con el guión.

Por eso, es una grosería intelectual que, a cambio del testimonio de Álava, en el filme de Spencer se hayan colocado voces de periodistas que carecen de esa validación tan específica. Lo fácil fue poner caras famosas. Se han quedado en el halago.

Lo curioso es que los realizadores se han quejado de que la Ecuafútbol no colaboró para nada con esta película. Quizás debieron empezar por leer el libro oficial de Spencer y charlar con el autor.

Así sabrían qué pensaba realmente 'Cabeza Mágica' sobre los dirigentes ecuatorianos. En fin, como se dice últimamente, es lo que hay.

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