Bochornoso. Esa es la definición que resume los actos que acaecieron este fin de semana en los partidos de las divisiones menores. Un integrante del cuerpo técnico y un grupo de jugadores de la Universidad Católica, de la categoría Sub 18, en el estadio del Aucas, reaccionaron con insultos y agresiones contra un árbitro por estar en desacuerdo con una infracción penal.
Es inaudito que se fomenten estas acciones en divisiones infanto- juveniles, donde los miembros de los cuerpos técnicos están en la obligación de formar futbolistas y de inculcar valores.
La Comisión Disciplinaria de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) deberá sancionar drásticamente a los agresores. No encubrir, ni poner sanciones tibias, como usualmente lo hacen con clubes de las series A y B, donde suelen poner solo multas económicas por las ausencias de médicos en los partidos oficiales.
Los entrenadores y dirigentes tienen que promover el ‘fair play’. Sobre todo impartir mensajes pacíficos a los hinchas que siguen a sus equipos. No lo contrario, como intentar agredir a aficionados y a periodistas. Para eso existen otras instancias, como las judiciales.
La Ecuafútbol, que impulsa una ley contra la violencia en la Asamblea, está en la obligación de exigir a sus afiliados que promuevan la paz dentro y fuera de los estadios, porque de lo contrario seguirán ahuyentando a
los aficionados y no irán a ver fútbol.