El entrenador colombiano Luis Fernando Suarez (centro) da indicaciones a sus dirigidos en Porto Feliz, Brazil. AFP
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A Luis Fernando Suárez, el DT de Honduras, le duele el estómago antes de los partidos.
Dice que duerme bien la noche antes, pero que a medida que la hora se acerca y lo esperan el césped, la responsabilidad y las cámaras; la tensión lo atenaza.
Lejos del revuelo que rodea a otras selecciones bajo el foco mediático, en la sala de prensa del centro de entrenamiento de Porto Feliz (a 130 kilómetros de Sao Paulo) hay una veintena de periodistas que siguen el periplo de Honduras en Brasil, la mayoría llegados del país centroamericano, donde se vive una gran pasión por el fútbol.
En esta tranquila ciudad del interior paulista, el Mundial queda tan cerca y tan lejos como Honduras de su clasificación a la siguiente fase.
Para lograrlo, el equipo centroamericano debe vencer a Ecuador hoy, viernes 20 de junio (17:00 hora ecuatoriana).
Antes de que empiece el partido Suárez no estrechará la mano del entrenador contrario, sino que probablemente le dará un abrazo a su amigo Reinaldo Rueda.
Ambos son colombianos, con apenas dos años de diferencia y se da el hecho curioso de que los dos ya han disputado un Mundial sentados en el banquillo contrario.
El entrenador nacido en Medellín en 1959 recaló en Ecuador en el 2003 para dirigir al Aucas y en el 2006 llevó a la Tri a la segunda fase del Mundial por primera vez en su historia, donde cayó ante Inglaterra.
“Hace ocho años que no estoy allá. Un indicativo de que ha mejorado Ecuador es que de los 23 que están en este Mundial, hay solo tres que estuvieron conmigo: Antonio Valencia, Édison Méndez y Jorge Guagua”, afirmó.
Pero Suárez sabe muy bien dónde está ahora. Desde que en el 2011 se comprometió en llevar a Honduras hasta Brasil, le ha dado tiempo a explorar un país que no es fácil, conocido por su tasa de homicidios.
Apenas terminado el entrenamiento, Suárez cuenta que no fue fácil reanimar a sus jugadores después de debutar con derrota ante Francia en el tercer Mundial al que acuden.
A Suárez no es difícil arrancarle una sonrisa y adopta una expresión entre la condescendencia y el agrado cuando se le pregunta por la organización de este polémico Mundial.
Cree que están haciendo un gran esfuerzo. En su visión las obras inconclusas pasan a segundo plano cuando se ven partidos con muchos goles y remontadas.
Como aficionado, Suárez afirma haber disfrutado con el juego de Alemania y reconoce el peligro de Brasil, Italia, Francia o Argentina.
Pero lo que más le gusta de este Mundial son las nuevas potencias que llaman con fuerza: los combinados de Colombia, Chile y Estados Unidos.