Las 10 lecciones que deja la derrota con Suiza

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La trágica derrota con Suiza deja un puñado de interesantes conclusiones que no deben pasar fácilmente al olvido.

1. No se estudió al rival
Por lo que se vio en la cancha, Reinaldo Rueda no tomó todas las previsiones obvias para medir se a Suiza, que en realidad no hizo nada diferente a lo que viene mostrando: contragolpes, disparos de media distancia, variantes claves en momentos de tensión, cierta predilección por la paciencia y el orden.

El segundo gol es una obra de arte del contraataque mil veces vista en los equipos de Ottmar Hitzfeld, el ajedrecista del fútbol, que estudió a Ecuador con sabiduría.

2. Los cambios fallaron
Hitzfeld, zorro viejo, acertó en las sustituciones, cuyos jugadores fueron los autores de los goles. En cambio, Rueda falló al sacar a Montero (¿estaba previsto eso?, el jugador parecía molesto) para poner a Rojas, que no desborda igual.

Mejor idea fue retirar a Caicedo, un fardo en la cancha, pero Michael Arroyo no pudo ser el aporte que se esperaba. Y un error suyo generó la jugada del gol de la derrota.

3. No sabemos mirar el reloj
El tiempo es una sustancia incomprensible para los ecuatorianos. A Liga de Quito le ha pasado cientos de veces.

También a la Tricolor (¿se acuerdan de Vizuete y el papelón con Uruguay?) en varios pasajes de su historia. Quizás por eso existe 'la hora ecuatoriana', un eufemismo de la impuntualidad proverbial del país. La Tricolor cae en el adicional. Muy ecuatoriano eso.

4. ¿Y el capitán?
El gran Antonio Valencia debe haber jugado el peor partido de su vida con la Tricolor, salvo esa desastrosa presentación ante Chile en las eliminatorias para el Mundial del 2010, cuando fue expulsado en Quito.

Pero esta vez fue absolutamente intrascendente. Los helvéticos lo patrullaron pero no tanto como para explicar su mal papel en Brasilia. Debió salir al cambio pero Rueda no tuvo el valor de retirarlo.

5. Faltó Castillo
Segundo Alejandro Castillo fue el gran ausente de esta delegación. Su reemplazo de esta ocasión no tiene ni la jerarquía ni la experiencia para este partido.

Carlos Gruezo será un gran jugador, pero no hoy. Rueda debió meter a Méndez, aunque ahora debe estarle rondando el nombre de un tal Pedro Quiñónez.

6. Los arqueros que tenemos
​Domínguez se quedó en el gol del empate, pero ojo, que el suizo cabecea en las barbas de Gruezo.

De ahí, me parece que Ecuador tiene arqueos promedio: ni geniales ni ineficientes. Dida no tiene mucha culpa en esta debacle, más profunda de lo que el 'sisepuedismo' quiere hacernos creer.

7. Caicedo, la promesa incumplida
Felipao ha llegado al Mundial algo enorme, lento y con secuelas de la lesión. Pero parece que las secuelas más graves son las de su descenso de categoría, pues no es lo mismo España que Rusia, ni Rusia que Dubái. Lo extraño es que no jugó de 10, como en los ensayos, algo que lo hacía con acierto. Esta vez no se supo qué estaba haciendo en la cancha.

8. Mucho misticismo
Un error que ha pasado factura es el exceso de referencia al fallecido Christian Benítez, convertido en deidad. Prácticamente no había actos o palabras que no estuvieran dedicados al 'Chucho'.

Era una manera de autoconvencerse todo el tiempo de que no había otro jugador para hacer los goles y que nada vale sin que él estuviera presente, y eso no es así. Quizás se miró mucho al Cielo, pero la vida transcurre en la tierra y se la vive mirando al frente. Recordarlo está bien, pero la Tricolor no existe para su memoria sino para dar alegría al país.

9. No hacer caso a la publicidad
Los suizos eran favoritos. Eran cabeza de serie y su actual generación de jugadores es portentosa. Ecuador, en cambio, no tiene 'el mejor equipo de la historia', como generosamente dijo Álex Aguinaga.

Tiene un equipo regular tres cuartos, sin defensa, sin arquero y sin gloria. O sea, no pasó nada raro. Los comerciales son solo eso, comerciales. Las canciones son solo eso, canciones. La realidad es otra cosa.

10. Se acabó el Mundial
Bueno, fue divertido mientras duró. Los partidos con Honduras y Francia son una yapa sabrosa, pero nada más. Ecuador no tiene que esperar hazañas o actos de heroísmo. Esto se acabó.

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