La Tri femenina salva al ingeniero

Alejandro Ribadeneira, Comentarista, @guapodelabarra

La imprevista clasificación de la Tri femenina al Mundial confirma el manido refrán de que las victorias tienen muchos padres (en este caso, también madres) y ha sido significativa la lista de gente que se atribuye parte de este exótico logro. Pero en realidad el gran ganador, el que sonríe más con este triunfo deportivo, al que le viene de película esta gesta es nada más y nada menos que (redoble de tambores)… ¡al ingeniero! (golpe de platillo).

Así es. Justo cuando la campaña en su contra estaba en su apogeo, cuando hasta los viejos amigos de tiempos entrañables han salido a repartir lodo con ventilador, justo cuando el club de la liga profesional se frotaba las manos, el equipo de Vanessa Arauz logra una inoportuna hazaña histórica. ¿Y ahora, cómo criticarle al ingeniero con este nuevo y a la vez inédito Mundial?

Más allá de las antipatías y las opiniones personales que cada uno pueda emitir, es obvio que el trabajo de la Ecuafútbol (obtener de nuevo la sede de la Copa América; evitar que a Ecuador le toque en el mismo grupo con Brasil, Argentina y Chile; nombrar a Arauz como DT; gestionar con el Gobierno la asignación de recursos…) ha sido clave. Ahí están también los aportes y hasta los sacrificios de las jugadoras, de la entrenadora, del cuerpo técnico, de creyentes desde siempre en el fútbol femenino como Amílcar Mantilla, del Estado y demás; pero sin gestión de la dirigencia no habría este logro.

En todo caso, ojalá que esto sirva para asuntos más importantes que los electorales, que a la final son anecdóticos. Sería terrible que se desperdiciara este envión y en cuatro años la Tri femenina acabara eliminada de mala manera en la Copa. Y peor sería que el torneo femenino no creciera, que siguiera siendo chiquito, reducido a escenarios de barrial y estancado en el amateurismo. Ojalá este Mundial sirva para que las ecuatorianas tengan el fútbol que se merecen.

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