Kerly Real, Ambar Torres y Ligia Moreira, seleccionadas de Ecuador. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
‘El fútbol no es de hombres ni de mujeres, es de quien quiera practicarlo”, dice con firmeza Ligia Moreira, la capitana de la Selección, que el 8 de junio debutará en el Mundial Femenino Canadá 2015. Ecuador jugará contra el campeón Japón, y los debutantes Camerún y Suiza.
Ayer la seleccionadora Vanessa Aráuz confirmó la lista de 23 jugadoras que irán a la cita mundialista, donde Ecuador será debutante.
“La participación en el Mundial ya nos llena de orgullo, pero como grupo nos hemos impuesto pasar a octavos de final. Personalmente quiero hacer un buen torneo y ser esa lideresa que esperan de mí”, añade ‘Gigi’, que por su carácter y personalidad, lleva ese brazalete que la convierte en un referente del equipo nacional.
Juega como defensa, se inició en el fútbol cuando tenía 12 años en Santa María, provincia de Los Ríos. Si bien fuera de la cancha siempre está sonriente y con buen sentido del humor, en los 90 minutos de fútbol permanece concentrada y es firme a la hora de recuperar el balón.
“El fútbol femenino se lo practica por más de 20 años en el país. Desde hace dos años, que la Federación Ecuatoriana de Fútbol organiza el torneo nacional le vino a dar un carácter más formal. El torneo ha permitido difundir nuestra actividad y hoy muchas chicas quieren practicar y formar parte de un equipo, de una escuela de fútbol”.
Destaca que lo más bonito que he podido escuchar en un estadio fue el grito del “Sí se puede”, en el partido contra Trinidad y Tobago, en el estadio Atahualpa, por la repesca al Mundial. “A todas esas personas que asistieron al estadio quiero agradecerles porque significó muchísimo. Siempre se había escuchado ese grito de respaldo a la Selección de varones, esa vez fue para nosotras”.
Pero también ha escuchado gritos con esos paradigmas que no terminan de romperse. “Me dijeron que vaya a cocinar, que el fútbol no es para mujeres, que no tenemos nada que hacer en una cancha de fútbol”.
El Mundial de Canadá tiene muchos significados para ‘Gigi’: orgullo, responsabilidad y una vitrina porque “quiero formar parte de un equipo profesional que me permita vivir del fútbol. El camino aún es largo para lograr en el país ese objetivo, pero ya hemos recorrido un buen tramo”.
Muñecas y balones
Ámbar Torres y Kerly Real son dos buenas compañeras de Selección y también amigas. Las dos, en diferentes ciudades, vivieron una niñez de una manera parecida.
“De niña me regalaban muñecas, jugaba con ellas, pero las dejaba para ir a jugar fútbol en las calles del mi barrio, Cristo del Consuelo de Guayaquil”, relata con emoción Torres, la número 10 del equipo nacional.
A Kerly fue su padre quien le compró su primer balón de fútbol. “Al frente de mi casa había un parque y salíamos a jugar todos los días”.
En ambos casos sus padres fueron sus primeros entrenadores y sus familiares su primeros compañeros de equipo. “Yo era la única mujer y salía a jugar con mis primos varones. Poníamos piedras para definir los arcos”, recuerda Ámbar, de 19 años, que desde los 6 ya sabe de pupos y balones.
Kerly, tras esas primeras clases en casa, creció en la escuela de fútbol de El Nacional. “Jugaba en el equipo de varones, también viajaba a los partidos en los torneo provinciales”.
Sus familias siempre las apoyaron y hoy las respaldan aún más. “Una de las satisfacciones más grandes de mi vida es el orgullo que siente mi familia por donde estoy”, detalla Ámbar.
La mediocampista es una especialista en los lanzamientos libres, ha convertido varios goles importantes con las selecciones juveniles y también con la absoluta, “el último fue contra Colombia en un partido amistoso jugado el mes pasado”. De los rivales de Ecuador en el Mundial, destaca a Japón. “Vi la final del Mundial 2011 cuando ganó el título. Es un equipo muy fuerte, pero a ese partido queremos llegar clasificadas a los octavos de final. Debutamos contra Camerún y luego jugamos con Suiza, son selecciones que también van por primera ocasión. Creo que tenemos posibilidades”.
Kerly coincide con aquella afirmación, porque “Ecuador va al Mundial a competir y no solo a participar. Hemos formado una familia que se apoya en todo momento. A la profe Vanessa le debemos mucho, hemos crecido con ella”.
Ámbar no deja de sentir una sensación especial. “Cuando Ecuador debutó en el Mundial del 2002 estaba pequeña, recuerdo que toda la familia estuvo pendiente de la televisión. Hoy nos mirarán a nosotras”.