Armando Osma aprendió en Manta (Manabí) a comer maduro asado con sal prieta y maní quebrado. Le encontró además el gusto al seco de pato y gallina, pero aún no puede comer mariscos debido a la alergia que le producen desde que era niño.
El estratega colombiano se siente un manabita más. Vive desde hace cinco meses en ese puerto atunero y ha encontrado en la playa El Murciélago, uno de sus sitios preferidos de la ciudad para reflexionar y liberar las tensiones que lo invaden todas las semanas antes de cada partido.
En el Manta Fútbol Club, Osma cumple su tercera experiencia como técnico de un club ecuatoriano después de que se separó, en el 2007, de su compatriota Luis Fernando Suárez.
El primero fue el Centro Deportivo Olmedo. Pero el adiestrador reconoce que cometió un error cuando aceptó la propuesta de la dirigencia riobambeña: “Dejar que los directivos armaran el equipo antes de contratarlo”, según confiesa.
Suárez ya había retornado a Medellín (Colombia) después de salir de la Selección y Osma vivía en Quito junto a su esposa Tania Pérez y sus hijos Juan Daniel (12 años) y María Victoria (8 años).
Como técnico del Olmedo, Osma duró apenas cuatro meses. El 10 de abril del 2008, fue separado del banquillo del ciclón por malos resultados. En los 10 partidos que se habían jugado hasta esa fecha, el quipo había sumado apenas 10 puntos.
Después de aquello, en el 2009, recibió una propuesta para dirigir al Aucas, el primer equipo en el que había trabajado cuando llegó a Ecuador como asistente de Luis Fernando Suárez.
Ramiro Montenegro, presidente del equipo oriental, recuerda que tuvo que insistir muchas veces para que aceptara el cargo. Pero el 13 de abril del 2009, Osma decidió dirigir al Aucas.
“La hinchada se entendía muy bien con Marco Antonio Etcheverry, pero los resultados no lo respaldaron así que se tuvo que ir e inmediatamente llamamos a Osma”, cuenta el ex directivo.
Pero su permanencia en ese club tampoco fue prolongada. Dos meses después de su llegada, el 30 de julio del 2009, dejó el equipo por falta de resultados.
El entrenador califica como “fracasos” a estas dos malas experiencias que marcaron el inicio de su carrera como técnico principal de clubes.
Por eso considera que su llegada al Manta significa una nueva oportunidad que le ha dado el fútbol. Y parte de la responsabilidad para que eso ocurriera la tiene Edwin Cozar, actual preparador físico del equipo atunero.
Él invitó al colombiano, a inicios de agosto del año pasado, para que fuera uno de los expositores del congreso que se estaba organizando en Quito sobre la formación de futbolistas.
“Cuando Osma estuvo acá”, recuerda Cozar, “le dije que había la posibilidad de que volviera a dirigir. Un día después de aquello, Jaime Estrada Medrano, presidente del club, lo llamó para ofrecerle el cargo”.
Lo contrataron por cuatro meses para que evitara que el equipo descendiera a la Serie B. Ese objetivo lo logró y ahora le encomendaron otro igual de complejo: clasificarse por primera vez a este club a la Copa Sudamericana.
Manta jugó en el exterior
La disciplina es uno de los principios fundamentales dentro del grupo. Con eso y buen juego, según Osma, se pueden alcanzar muchas metas.
Osma tiene contrato en el Manta hasta diciembre de este año. Su esposa y dos hijos viven con él en Manta. Juntos disfrutan del mar y la playa.
Gracias a su iniciativa y contactos, el Manta participó en un cuadragunlar internacional amistoso, la semana pasada, en Pasto (Colombia).
Los tres refuerzos extranjeros, Enrique Romaña, Diego Arango y Pedro Ascoy, llegaron al club manabita por recomendación suya.