Integrantes de la selección española de fútbol, vestidos con calentador negro y bandas y escudo en verde, a su llegada al aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas. Foto: EFE
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Tras fracasar en el Mundial de Brasil, la selección española de fútbol aterrizó hoy, martes 24 de junio de 2014, en Madrid en silencio y por la puerta de atrás, una imagen muy distinta a los multitudinarios recibimientos de los últimos años.
Un rayo alcanzó una de las alas de la aeronave, provocando un estruendo que no provocó ningún percance pero que sí causó nerviosismo entre los pasajeros. Un broche final a un mundial de sobresaltos.
Los futbolistas de la todavía campeona del mundo descendieron del avión sin sonrisas. Ataviados con ropa deportiva negra con bandas y escudo en verde, se marcharon en varias furgonetas sin hablar ante los medios de comunicación ni saludar a los pocos aficionados que esperaban con algunas banderas y pancartas.
“Hemos perdido y tenían que haber salido a dar la cara”, dijo una mujer a los medios tras casi dos horas de espera en el aeropuerto.
“Estamos intentando darles nuestro apoyo porque pensábamos que venían un poco bajos de moral y no lo han querido. Esto deberían apuntarlo bien porque ha estado muy feo”, se quejaba una joven.
Como si las dos derrotas ante Holanda y Chile en el Mundial no hubieran sido suficientes, el equipo sufrió un último susto minutos antes de tomar tierra en Madrid.
Muy lejos quedaba aquella imagen de 2010 inolvidable para los hinchas españoles: la del guardameta Iker Casillas, capitán del equipo, descendiendo del avión en Madrid con la copa del mundo en alto tras conquistar el Mundial de Sudáfrica.
Al grito de “¡Campeones, campeones!”, aquel 12 de julio el equipo de Vicente del Bosque fue recibido por cientos de aficionados entre una gran expectación mediática. Exultantes, los jugadores saludaron, bromearon, estrecharon manos y aplaudieron. La celebración duró varios días, en los que el país se tiñó de rojo en honor al color de la camiseta de la selección.
Las Eurocopas de 2008 y 2012 también fueron festejadas ampliamente en las principales ciudades del país. Hoy fue todo lo contrario.
Con su regreso, los jugadores ponían fin a una pesasilla, la que arrancó con el 5-1 sufrido ante Holanda y que continuó con un definitivo 2-0 con Chile que supuso el fin del sueño de los españoles en Brasil. Pocos aficionados esperaban hace unos días que la todavía actual campeona del mundo pudiera regresar a su país tan pronto y con tan mal resultado.
El avión que les trajo de vuelta desde Curitiba tampoco llevaba enseñas como la que hace cuatro años surcó el cielo de Madrid proclamando: “Orgullosos de nuestra selección”.
El equipo quedó eliminado del Mundial después de perder los dos primeros encuentros frente a Holanda y Chile y abandonó Brasil apenas unas horas después de disputar su último partido del torneo, una intrascendente victoria por 3-0 sobre Australia.
España llegó al último partido de la fase de grupos sin opción de clasificarse a los octavos y terminó su participación con tres puntos y una diferencia de goles de -3. Brasil fue muy distinto a Sudáfrica y el vuelo de vuelta a casa también.
Hubo conversaciones, descanso, una escala para repostar, algún que otro juego de mesa y un rayo. Pero nada de copas, música o celebraciones, algo a lo que se había acostumbrado España en los últimos seis años, cuando cada vuelta de un gran torneo era una fiesta.
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