Las entradas para la final

Emelec, a un año de la vergonzosa final que organizó con Liga y que entró a la historia de la vergüenza del fútbol nacional por su escándalo, volvió a comportarse como un anfitrión cavernícola, al negar las entradas a las que tenían derecho los seguidores de Deportivo Quito.

Las razones oficiales son una tomadura de pelo. “No les damos las entradas porque los chullas no depositaron (en feriado) el dinero”. “No les damos porque hay un problema de seguridad (aunque cuando hay clásico del Astillero no pasa nada)”. “No les damos las entradas porque no tenemos espacio (aunque cuando hay Clásico entran el doble)”. Poco faltó para que se dijera que no se entregaron las entradas porque no les dio la gana, aunque eso hubiese resultado demasiado parecido a un exabrupto del hincha número uno del ‘Ballet’.

La verdadera razón es que todavía se cree que con estas triquiñuelas, con estos ‘geniales’ movimientos de ‘estrategia’, se gana alguna ventaja, quizás para suplir alguna carencia que da pena confesar. Lo peor es que pagan por esto los hinchas más fieles, que sostienen al fútbol cada fecha con su aporte. Cerrarles a ellos la puerta es un abuso y una injusticia.

Quizás lo único ‘bueno’ con esta medida es que al menos no hubo hinchas que viajaron a Guayaquil con su entrada y luego se quedaron afuera, como pasó en el 2010.

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