Riquelme camina por los pasillos del hotel Hilton, en San Pablo. Hace rato que tomó la decisión, pero son pocos los que lo saben. Está cansado. Siente que desde la dirigencia no lo respaldan y la relación con el cuerpo técnico está quebrada. Quiere pensar en la final que en pocas horas jugará ante Corinthians, enfocarse sólo en eso, pero no puede. Entonces ya no duda, habla con Daniel Angelici, el presidente xeneize, y se lo comunica sin vueltas: se va de Boca. Casi como una crónica de una despedida anunciada , Román confirmó los rumores que desde la llegada de Boca a Brasil no pararon de sonar. El que primero insinuó que algo raro iba a pasar fue su hermano Sebastián, en Twitter. Y desde ese momento se habló más de su continuidad que de la final. Con la cabeza en otro lado, Román comenzó a mostrar algunos indicios de que algo no andaba bien cuando en el reconocimiento del campo en el Pacaembú, hace dos días, prefirió alejarse de sus compañeros y recién sumarse a la práctica en último tramo.
Es probable que la decisión, tan importante teniendo en cuenta el cariño que le tiene al club, haya influido en el pobre rendimiento que mostró anoche. Desenchufado, impreciso y hasta resignado en algunos momentos, Riquelme jugó uno de sus peores partido en Boca . Y justo en una final de Copa Libertadores, su obsesión, el torneo que más le gusta jugar, y ganar.
Es cierto que minutos antes de que comenzara el encuentro Román se mostró distendido. Las charlas que tuvo en el campo de juego con Silva y Caruzzo, marcándoles los movimientos que tenían que hacer durante el partido, y con Schiavi, entre risas mientras tomaban agua, hacían pensar que iba a ser su gran partido final. Pero no alcanzó y se terminó yendo de Boca con el dolor de lo que pudo haber sido y no fue.
Riquelme camina por los pasillos del estadio Pacaembú, en San Pablo. Hace rato que tomó la decisión, pero todavía no la hizo pública. Aunque está dolido por la derrota, tuvo tiempo de juntar a sus compañeros en el vestuario y contarles lo que ya todos imaginan. Está cansado. Siente que desde la dirigencia no lo respaldan y la relación con el cuerpo técnico está quebrada. Entonces ya no duda, con lágrimas en los ojos frena a la salida del vestuario, habla con la prensa y lo anuncia sin vueltas: se va de Boca.