El lunes, Álex de la Torre había dicho que la sanción al Pilahuín Tío “no se podía revisar”. El jueves, comunicó sin remordimientos el cambio ilegal e inmoral del castigo al club imbabureño. ¿Qué medió para darse la vuelta en forma tan ominosa? La política, pues.
¿Si notan que siempre que hay estas papas calientes, el Ingeniero desaparece? Los terceros a bordo son los que hacen el trabajo sucio. El líder solamente está para homenajes, lisonjas y fotografías.
Ya va siendo hora de que los sumisos clubes hagan algo para librar al fútbol nacional de la vergüenza de tener a un ingeniero presidiendo un tribunal de justicia que no es sino un brazo de la presidencia de la Federación. Aunque sea, háganlo por estética. No se ve bien que alguien que no sea abogado o conocedor del foro aplique justicia.
Si hay que verle un lado positivo a esta sanción es que pocos serán los que ahora se animen a tomar “justicia” por sus manos. Quiéranlo o no, el árbitro es autoridad y esa sola investidura obliga a respetarlo, además de las obvias consideraciones que debemos guardar para con la vida ajena.
¿Qué haría yo de directivo de Pilahuín Tío? Llevo el caso a la justicia ordinaria.
Alguien preguntaba, perversamente, quién es el empresario de Leonel Ramírez. No sean así de malas gentes…