El Real Madrid conquistó ayer la decimoctava Copa del Rey de su historia al ganar por 1-0 al Barcelona en un partido pletórico de emoción y resuelto en la prórroga. El duelo se definió con un espectacular gol de Cristiano Ronaldo.Fue una final digna de dos equipos que ofrecieron un vibrante duelo. Y al contrario de otras veces, Ronaldo decidió un clásico mientras el DT José Mourinho celebró su primer título como entrenador del Real Madrid.
No hubo sorpresas en las alineaciones, pero sí en la táctica. Mourinho ejerció de mariscal de campo y propuso un equipo unido. A diferencia del pasado clásico, elevó su presión 20 metros más arriba. Además, Pepe marcó en el medio, emparejándose con el jugador del Barcelona que quisiera sacar el balón.
El Barcelona entró en cortocircuito. Y eso que Guardiola intentó improvisar. Por ejemplo, incorporando a Messi al medio campo. O pidiendo a los laterales que se añadieran a ese sector. Pero no hubo manera. El Real Madrid ganaba las peleas del balón y sacaba vertiginosos contraataques.
Y si el Madrid no se fue al descanso con ventaja fue porque Ronaldo, por ejemplo, se empeñó en desperdiciar oportunidades, ya fuera con malos controles en el área, con disparos estrellados en Pinto o con balones sacados por Mascherano bajo el arco.
A cambio, el Real Madrid contó con la espléndida actividad de Özil, más allá de la enérgica presión del grupo. ¿Y el Barcelona? Atascado tanto colectiva como individualmente.
Messi nunca recibía con metros por delante, Villa se enredaba en peleas personales, Pedro no sorprendía desde atrás, Xavi pasaba los minutos buscando su lugar en la hierba… Y resultó que el equipo azulgrana se fue al descanso celebrando el empate porque Pepe conectó un espectacular cabezazo a centro de Özil que se estrelló en el palo derecho del arco.
En resumen: el Real Madrid fue mejor que el Barcelona durante 45 minutos. Pero el escenario varió sensiblemente desde el comienzo de la segunda parte. Primero, porque Alves alivió al Barcelona con mejores incorporaciones. Segundo, porque Iniesta encontró vías de suministro. Y tercero, porque el Madrid acusó el desgaste de la primera mitad.
Pedro realizó el primer disparo peligroso del Barcelona a los 50 minutos. Luego aparecieron llegadas de Villa y de Messi. Su rival daba pasos hacia atrás y el balón se acostumbraba a vivir cerca del área blanca. Era otro Barcelona, era otro Real Madrid.
Mourinho necesitaba hacer algo para cambiar la dinámica y quitó a Özil, desaparecido en la segunda mitad, para incluir a Adebayor. El objetivo era intentar tener el balón. Pero no. Más que eso, el Barcelona comenzó a parecerse cada vez más al Barcelona: combinaciones, recuperaciones rápidas, paredes por el centro… Y el Real Madrid comenzó a encomendarse a Casillas.
El meta tuvo atajadas prodigiosas a disparos de Messi e Iniesta. Pero en el último minuto Pinto también voló para sacar un disparo de Di María. La final se fue a la prórroga. El duelo se equilibró en el alargue, principalmente por la fatiga del Barcelona, ya pareja con la del Real Madrid. A los 102 minutos, Di María centró desde la izquierda y Ronaldo marcó un gol sensacional de cabeza.
Así, el Madrid se llevó un título. Se verán las caras nuevamente el miércoles 27 por, la semifinal de ida de la Liga de Campeones, otro trofeo en la mira de ambos.