Por los parlantes del esta-dio Casa Blanca se anunciaba uno a uno a los ju-gadores de Liga, el pasado miércoles, antes de la final de la Recopa ante Estudiantes. Las ovaciones para el arquero Alexander Domínguez, para el defensa argentino Norberto Araujo eran grandes. El turno le llegó a Diego Calderón y la respuesta de los aficionados con el fornido defensa fue escasa: los aplausos y el bullicio fueron menores que en relación con el resto de sus compañeros. El jugador intentó abstraerse y continuó ejercitándose por la cancha en la fase de precalentamiento previo al partido contra el club argentino. Los hinchas no olvidan el fallo de Calderón en el último minuto de la final de la Copa Suruga ante el Tokyo FC. Un mal rechazo en el área permitió a Masashi Oguro empatar el partido. Posteriormente, en la serie de penales, Liga perdió la final y las críticas se multiplicaron contra el defensa nacido en Quito, hace 24 años. Calderón pasó a ser el responsable de la pérdida de la Copa. Las muestras de reprobación se extendieron al regreso del equipo albo al torneo nacional: el 10 de agosto, cuando Liga se enfrentó a Independiente en la Casa Blanca, los silbidos de reprobación contra el jugador se hicieron sentir cuando tenía el balón en sus pies. Patricio Urrutia, criticó la acción de los aficionados. “Es un compañero de trabajo y ha formado parte del equipo que dio muchas alegrías a los hinchas”, dijo el ‘Pato’. Desde entonces, Calderón mantiene un perfil bajo con los periodistas y no da declaraciones. En los entrenamientos en Pomasqui prefiere salir inmediatamente del complejo para evitar cualquier contacto. Pese a las críticas, Calderón -quien ha participado en los tres títulos internacionales de Liga- es considerado un valor fundamental para el entrenador Edgardo Bauza. “Es un jugador importante, es rápido en el anticipo y siempre que esté bien físicamente va a jugar”, sostuvo el ‘Patón’. Tras el traspié en Japón, el jugador recibió el respaldo, en el propio camerino del estadio japonés, de sus compañeros, sobre todo de los más influyentes en el equipo como Néicer Reasco y Norberto Araujo. Pablo Sotalín, quien lo dirigió en las formativas de la ‘U’, afirma que uno de sus principales problemas es la desconcentración.