La Selección de Bosnia-Herzegovina, única debutante en el Mundial de fútbol Brasil 2014, afronta el torneo como una de las grandes incógnitas, con un equipo con jugadores de calidad y experiencia en ligas importantes, pero consciente de que no lo tendrá fácil para avanzar en la competición.
Su ataque parece capaz de dar más de un susto, con el ariete del Manchester City, Edin Dzeko, como punta de lanza, pero también con jugadores importantes, como el armador de la Roma Miralem Pjanic en la construcción ofensiva.
Vedad Ibisevic (Sttutgart), a pesar de su crisis de los últimos meses, será otro de los hombres a quienes se debe seguir.
La defensa ha sido tradicionalmente el talón de Aquiles del equipo, pero en los últimos años, con disciplina, esfuerzo y trabajo, los datos del combinado bosnio han mejorado hasta alcanzar el nivel mundialista, con Emir Spahic (Bayer Leverkusen) como líder atrás.
El país, exintegrante de Yugoslavia e independiente desde 1992, llevaba bastante tiempo rozando la clasificación para una cita futbolística, desde su afiliación a la FIFA en 1996.
Jugó y perdió los repechajes para estar en el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012, en ambos casos ante el Portugal de Cristiano Ronaldo, pero el salto de calidad lo consiguió en las eliminatorias para este 2014, donde fue primero del grupo G, por delante de Grecia.
La bienvenida al Mundial la vivirá además a lo grande, en el emblemático estadio de Maracaná y contra un gigante del planeta fútbol, la Argentina de Lionel Messi. Será su partido teóricamente más complicado en un grupo F, en el que aspira a quedar segundo y poder estar en los octavos. Los otros rivales serán Nigeria e Irán.
“No sabemos cuál es nuestra fuerza realmente. Hasta ahora no hemos vencido a ninguna selección grande”, señaló el seleccionador, Safet Susic, consciente de las incertidumbres que pesan sobre su equipo.
Cuando el país logró su clasificación, decenas de miles de hinchas lo celebraron en calles de Sarajevo y en otras ciudades.