La celebración de los hinchas amarillos en Guayaquil, por el triunfo de la primera etapa del Campeonato Nacional 2012, se concentró Urdesa, en el norte, a partir de las 14:30. También, en la avenida Nueve de Octubre y Boyacá, centro.
Con música a alto volumen, banderas, pitos y cerveza, los barcelonistas se tomaron esta tarde Urdesa. Los hinchas cerraron la avenida Víctor Emilio Estrada y Juan de Dios Morales con sus autos y paralizaron el tránsito.
Lesley Marriot, Anabel Cortés y Eduardo Marriot celebraban la victoria con vasos de cerveza en sus manos. Para ellos, “Barcelona ha roto las reglas”, luego de 14 años que no había logrado llegar a la final. “Hoy no hay reglas, aunque sea domingo vamos a beber”. Fue evidente la falta de control policial tanto en la avenida como en los negocios, pues hubo venta libre de bebidas alcohólicas pese a que la ley lo prohíbe los días domingos.
La celebración tuvo diversos matices. Fanáticos eufóricos detuvieron un bus donde viajaba un joven que vestía la camiseta de Emelec. Uno de ellos rompió el vidrio, se subió por la ventana para quitarle la camiseta que luego comenzaron a quemarla cantando “volveremos, volveremos. Volveremos a ser campeones otra vez”.
“Este es mi herencia para mi hija”, gritaba Luis Ramos de 45 años mientras la cargaba en hombros. “Aunque mi hijo (Jerson de 21 años) ya lo ha vivido, es la primera vez que lo celebra Valeria (9 años)”.
Los minutos finales del encuentro en que el Ídolo del Astillero perdió 0-1 en Cuenca, fueron drama para los hinchas que vieron el partido en Fanáticos, un restaurante a la entrada de Urdesa. Ellos esperaron ansiosos el término del partido. Algunos expresaban su angustia y preocupación en el tramo final del juego.
Carlos García de 22 años, tenía fija su mirada en el televisor y sus manos sostenían una gorra en su cabeza. De pronto todos los que estaban en el local alzaron sus manos y se abrazaron al oír el silbato del árbitro.
Pero, en cuestión de segundos todo volvió a la normalidad. García con un rostro no tan alegre comentó que esperaba que su equipo gane, tener otro resultado, pero esto no lo desalienta. “Sufrí y estuve nervioso, pero ganamos”, dijo.
Poco a poco, las personas comenzaron a salir de los diversos establecimientos. Mariana Rosero, Fabricio Zambrano junto a otros compañeros de la maestría de Administración se fugaron de la clase para ir a ver el partido en el restaurante Guaddua, en Urdesa. Pero, la alegría no se notaba en sus caras.
La poca celebración y felicidad de Zambrano (25 años) se debía a que aún no era la final, por lo que para él no había razón para festejar. En cambio, para Rosero haber ganado la primera etapa era bastante. “Nos vamos al (centro comercial) San Marino, a seguir celebrando”. Ella había prometido a sus compañeros sacarse la camiseta si Barcelona metía un gol.
En la cooperativa Martha de Roldós, en el norte de la urbe, las personas vestidas con camisetas del equipo amarillo festejaban con cerveza en mano, jugando cartas mientras otros invitaban a los vecinos a salir a celebrar a las calles.
“Aunque seamos pocos, estamos aquí”, decía gritando Jessica Soria, de 33 años, con la bandera de Barcelona en la mano. Ella vio el partido en su casa junto a su esposo Christian Maldonado.
En tanto, en Nueve de Octubre y Boyacá, centro de la ciudad, unos 200 hinchas, a pie y en vehículos, paralizaron por minutos esa intersección céntrica. Luego, en varios grupos se dispersaron a seguir celebrando. La mayoría inició una caravana hacia La Alborada y otros barrios del norte.