Barcelona fue un equipo más ofensivo después de los ingresos de Armando Wila y Hólger Matamoros en el segundo tiempo.
Esas variantes le permitieron a los canarios mantener el dominio del partido y sostener la victoria 1 – 0 contra el Imbabura. El argentino Rodrigo Marangoni marcó el único gol del partido a los 24 minutos, a través de un tiro penal.
Wila le dio mayor profundidad y vértigo al juego ofensivo de los amarillos. Entró en la segunda etapa, en remplazo del lateral Miguel Ibarra y, en apenas 15 minutos, generó cuatro opciones claras de gol en el arco defendido por Daniel Viveros.
Ibarra mostró un juego matizado por el nerviosismo y la imprecisión. Eso generó los constantes reclamos de Pablo Palacios, con quien debía generar jugadas de peligro por la banda derecha.
Matamoros le otorgó más dinamismo al medio campo de los locales, objetivo que no consiguió Marangoni durante los 62 minutos que estuvo en el campo de juego. A más del gol, el mediocampista no logró ser el eje de su equipo y el distribuidor del balón en la cancha de los rivales.
El volante de primera línea, Rommel Zura, le hizo marca personal a Marangoni cuando la pelota llegaba a sus pies.
Pero Matamoros y Wila no fueron los únicos destacados del debut de los amarillos en el Campeonato Nacional. El mejor jugador del partido fue el lateral zurdo Geovanny Nazareno.
El esmeraldeño de 23 años no solo mostró eficiencia en el juego defensivo, sino también fue fundamental en las tareas ofensivas de su equipo. Durante los 90 minutos pasó la mitad de la cancha en 23 ocasiones. En 15 oportunidades sus jugadas terminaron en centros al área rival.
Los canarios tomaron la iniciativa de ataque desde el primer minuto del compromiso. El equipo que dirige el estratega Rubén Darío Insúa, que arrastra una suspensión de tres fechas de la temporada pasada y que estuvo en las gradas, intentó llegar al arco rival con pases cortos y rápidos. El asistente Roberto Oste dirigió al equipo desde la zona técnica.
La marca de los mediocampistas del Imbabura impidió los pases cortos de los canarios. Eso obligó a los locales a recurrir a pases largos que en algunas ocasiones fueron precisos, pero en otras no tuvieron un destinatario claro.
Por momentos, la línea defensiva de los toreros, conformada por Jefferson Hurtado, Iván Hurtado y Pablo Saucedo trasladó exageradamente la pelota. Eso le restó profundidad ofensiva a los amarillos, principalmente en la primera etapa del compromiso.
El Imbabura llegó al estadio Monumental a defenderse. Eso fue evidente desde el inicio del partido, pues no ejercieron presión cuando Barcelona salía de su cancha. Sus delanteros se ubicaron en la mitad de la cancha.
Pero ese era el planteamiento que había planificado el técnico Wilson Armas. Desde la zona técnica, y pese a estar con el marcador en contra, le pedía a sus jugadores que privilegien la marca en el medio campo y que no arriesguen demasiado. Por eso, cuando los toreros dejaban espacios y el Imbabura lograba hilvanar una jugada de ataque, lo hacía con máximo tres jugadores.
Pese a que los locales solo marcaron un gol, sus hinchas quedaron satisfechos.