Solo le faltó entrar al campo a jugar unos minutos: el argentino Diego Simeone se desgañitó en la noche de este viernes dando instrucciones a su Atlético de Madrid desde la banda y dio buena muestra de su influencia en los éxitos del equipo rojiblanco.
El Atlético de Madrid asaltó el estadio Santiago Bernabéu al ganar 2-1 en la prórroga al Real Madrid y conquistar su décima Copa del Rey, un título con el sello indiscutible del Simeone jugador: brega, lucha, bronca y espíritu competitivo.
El argentino, que vistió la camiseta rojiblanca en ocho temporadas repartidas en dos etapas, es el símbolo de un Atlético de Madrid que puso fin a muchos años de amargura ante su eterno rival justo un año después de levantar la Liga Europa en una final a la que tampoco llegó como favorito ante el Athletic de Bilbao. Este Atlético tiene alma.
Lo demostró ante el Athletic, meses más tarde en la final de la Supercopa de Europa ante el Chelsea y en la fría noche de hoy ante su eterno y temido rival. “¡Olé, olé, olé, ‘Cholo’ Simeone!”, corearon en varias ocasiones durante el duelo los cerca de 30.000 aficionados rojiblancos en el fondo norte del estadio Santiago Bernabéu.
La hinchada no dirigió sus cánticos a Diego Costa o Joao Miranda, los artífices de los goles, sino a Simeone, un entrenador plenamente identificado con club, dirigentes, jugadores y aficionados atléticos. “Sin grupo no hay equipo. Y nosotros, a partir del grupo encontramos un equipo”, dijo Simeone en la rueda de prensa posterior al choque. “Con trabajo y compromiso, las oportunidades aparecen. Y hoy tuvimos una oportunidad y volvimos a ganar”, agregó Simeone, que ganó las tres finales en las que dirigió al Atlético de Madrid.
El argentino estuvo los 125 minutos de partido gritando a sus jugadores, siempre al límite del área técnica. Cuando Miranda marcó el 2-1 definitivo en la primera parte de la prórroga, Simeone estalló por dentro. Por fuera pedía calma a su banquillo, pero su cara y su carácter evidenciaban que si por él fuera estaría en la grada festejando. O dentro del campo luchando.
Porque luchar fue lo que hizo hoy el Atlético de Madrid, que se repuso de un gol del siempre acertado Cristiano Ronaldo. El equipo rojiblanco no le perdió la cara al partido y volteó un marcador inicial que amenazaba con frustrar de nuevo al aficionado atlético. “Estos jugadores lo que están haciendo este año y medio, desde que llegamos nosotros al equipo, no hay palabras para describirlo”, dijo el entrenador argentino. “Empezamos perdiendo 1-0 y ganamos, lo que habla maravillas de un conjunto que tiene humildad y que no tiene temor de jugar a lo que puede jugar.
Se recordará por mucho tiempo esta victoria”. Simeone, que renovó su contrato con el club rojiblanco hasta 2017, es el máximo estandarte de un renovado Atlético de Madrid que la temporada que viene jugará la Liga de Campeones. Y le roba los focos incluso a la estrella del equipo, el colombiano Radamel Falcao, que terminó llorando sobre el pasto.
“Simeone es un entrenador que vive el fútbol. Todos conocen la clase de jugador que fue y eso lo transmite al vestuario”, aseguró esta semana el uruguayo Cristian “Cebolla” Rodríguez. Nacido en Buenos Aires hace 43 años, Simeone es el miembro más carismático entre la hinchada, rendida al técnico desde que en 1996 conquistase el doblete en España, con Liga y Copa.
Después de que el capitán rojiblanco, Gabi, recogiera la Copa en el palco del Bernabéu, el técnico fue manteado por los jugadores en el césped, teñido de confeti rojiblanco. Voló el argentino, que aunque estaba lejos bien podía sentirse rozando el cielo con la yema de sus dedos.
El Atlético de Madrid logró su primera victoria ante el Real Madrid en los últimos 14 años. “Si había que elegir un día para ganar, era éste. Ahora tenemos que seguir trabajando para competir con los más grandes. Hoy es especial este título, sin duda. Fueron muy lindos todos, pero éste, en este marco, quedará en la retina mía y en la de todos”, resumió Simeone, cuerpo y alma del Atlético de Madrid.