En Ecuador se hizo costumbre responsabilizar al árbitro de fútbol de la derrota de cualquier equipo.
Los dirigentes siempre apuntan a ellos. Los cuestionan, los tratan de temerarios, en muchas ocasiones sin fundamentos técnicos. Eso se hizo cliché, de tal forma que los aficionados y futbolistas también llegan a calificarlos en malos términos.
Es cierto que hay árbitros de primer nivel y otros regulares, que están en crecimiento, que aprenden equivocándose, tal como lo hacen los futbolistas y los técnicos en cada partido.
En el torneo local, el más destacado es Carlos Vera Rodríguez, quien irá al Mundial de Brasil. Después de él, hay un grupo que lo integran Daniel Salazar, Omar Ponce, Roddy Zambrano…
Pero estos no son los únicos responsables de los elogios y las críticas, después de un partido. Los que pasan inadvertidos y que más cometen errores son los asistentes de líneas. La recomendación de la FIFA es que estos trabajen más de cerca con los árbitros. En el Campeonato Ecuatoriano, en ocasiones se lo hace y en otras se observan partidos en las que los líneas y centrales actúan descoordinadamente.
Ante eso, la Comisión Académica de Arbitraje debe estar más pendiente de los aciertos y desaciertos de los árbitros. Ser rigurosa con ellos, ayudarlos a crecer en esta profesión, criticada y poco remunerada. Pero sobre todo, mantener una independencia de la Federación.