El Sudamericano Sub 20 se inauguró en el estadio Olímpico de Riobamba. Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
Los jugadores que disputan la fase final del Sudamericano sub 20 de fútbol se han adaptado ya a los 2.800 metros de altitud de Quito y afrontan en igualdad de condiciones la recta final del torneo, dijo Óscar Concha, director de postgrado de Medicina Deportiva de la Universidad Católica de Ecuador.
“En este momento la altitud no constituye ya una limitación diferencial del rendimiento físico entre los equipos”, declaró el especialista, quien indicó que los combinados que necesitaban adaptarse por proceder de lugares de menor altitud, lo han hecho durante la fase inicial del campeonato.
El doctor, quien afirma que ha seguido la evolución de los jugadores desde el arranque del sudamericano el 18 de enero del 2017, indicó que en esta fase de la contienda “no existe una diferencia fisiológica que establezca una superioridad o ventaja para el futbolista de altitud“.
Opina diferente el técnico de Brasil, Rogerio Micale, quien asegura que la altitud jugó en su contra en el partido contra Ecuador de la primera jornada del hexagonal, que acabó con empate 2-2.
“Teníamos el partido controlado, hasta el penalti. Después nos desequilibramos; es que pesa la adaptación a la altitud. Contra el equipo local, que está acostumbrado a jugar aquí, la tendencia es a sentir más el rigor”, destacó.
Para Concha, en cambio, “sí se nota una mejoría física conforme pasan los días”, si bien reveló que existen estudios que demuestran que la altitud de los Andes implica una disminución de entre el 11 y el 15 % de la resistencia aeróbica.
Ante esa resistencia, durante unas 48 horas el jugador compensa la falta de oxígeno con una mayor frecuencia cardíaca y respiratoria, pero después “viene una disminución del rendimiento que solo comienza a mejorar entre siete y diez días” más tarde, agregó.
El doctor Concha, quien también ha sido médico de deportistas ecuatorianos de alto nivel y de equipos profesionales de fútbol durante más de veinte años, precisó que los jugadores del sub 20 “por su edad todavía no tienen un desarrollo muscular completo” y su capacidad de almacenar energía es menor.
Pero también juega a favor de los deportistas el tiempo de entrenamiento que acumulan. “Antes un chico a los 17 años recién comenzaba a jugar”, mientras que hoy, a la misma edad, puede llevar ya un mínimo de cinco o seis años entrenándose.
Los futbolistas del Sudamericano, que jugaron la fase inicial en las ciudades también andinas de Ibarra y Riobamba, “especialmente ahora que están jugando acá en Quito, ya tienen un rendimiento casi como el esperado al nivel del mar“, señaló el doctor.
Así lo destacó también otro deportólogo, Pablo Cisneros, quien subrayó el hecho de que desde el inicio de la confrontación, los seleccionados “están viviendo en altura”.
Cisneros citó estudios que señalan que el periodo de adaptación a la altura requiere tres semanas y comentó que “los chicos deben haber sentido mucho la altura los primeros días”, pero poseen “organismos jóvenes y se adaptan más rápido“.
El especialista dijo que a las condiciones de adaptación, que pueden reflejarse en cansancio fácil y un rendimiento menor al normal, se suman factores como la velocidad del balón, que viaja más rápido en la altura andina por la menor resistencia del aire. “Es más difícil manejar la bola y muchas veces hay equivocaciones“, señalo Cisneros.
Ese fue, precisamente, uno de los argumentos expuestos por el seleccionador argentino, Claudio Ubeda, al analizar las condiciones del juego en la sierra ecuatoriana.
“Es un mal del fútbol argentino. En este tipo de terrenos, con la altura, por como viaja la pelota, tenemos que tratar de provocar una jugada igual”, declaró el técnico al hablar de la resistencia físicamente ante su choque de hoy contra Colombia.