La crisis de la Selección es el reflejo de lo que pasa en el fútbol del país. Clubes con déficit millonarios (superan los USD 30 millones), entre los de la Series A y B, directivos procesados judicialmente, divisiones formativas frágiles y una legislación vulnerable sostienen la actual estructura de este deporte.
La salida de Gustavo Quinteros de la dirección técnica de la Tricolor es solo un elemento que evidencia la forma cómo se opera en el fútbol, por no decir la improvisación con la que se juega. Esto ha pasado en los últimos 30 años, en los que los presidentes de turno de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) han sido indolentes ante esta realidad. Los dirigentes desaprovecharon los hitos históricos de haberse clasificado a los Mundiales y en, muchos casos, dilapidaron los recursos económicos de este organismo para sus propios intereses.
El fútbol no es solo la Selección. Atrás hay miles de potenciales futbolistas que se entrenan con carencias, que suelen retirarse porque no tienen los recursos necesarios para alimentarse y sobrevivir.
Es necesario mirar más allá. Apostar por un plan de transformación y no ser conformistas con la imagen que genera la Selección mayor de fútbol.
Por allí se escuchan voces que quieren reactivar el proyecto de la Liga Profesional de Fútbol. Dirigentes como Esteban Paz y Francisco Egas han retomado el debate sobre este proyecto. Ojalá que lo hagan, porque es el único camino para que haya un cambio estructural de esta actividad. Es el momento de hacerlo, porque actualmente no hay intereses políticos de por medio, como sí los hubo en los últimos años.