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El Mundial está por acabarse para Ecuador (en dos días lo más probable es que toda esta odisea concluya) pero ya se puede ir armando una colección de los ‘grandes momentos’ de la Tricolor.
El primero es, sin duda, el roñoso asunto de la camiseta. Es curioso que Ecuador esté atravesando una ola de profundo patriotismo, de defensa de ‘lo nuestro’, de sentirse orgullo por nacer acá , de defensa del ‘talento nacional’; pero que, de repente, la camiseta de marca local haya sido tremendamente criticada y el Estado no la haya defendido con la misma decisión que defiende a Assange.
“Ya es hora de tener una marca internacional” ha sido el reclamo de gente que no ha sentido orgullo de que una prenda ecuatoriana vista a los seleccionados. ¡Ya quisieran Colombia, Costa Rica y Chile algo así!
El segundo es lo paradójico que ha resultado que Énner Valencia, el único jugador ecuatoriano que ha mostrado jerarquía en este torneo, sea la figura cuando en vísperas del Mundial el Presidente de la Ecuafútbol cuestionó su conducta por filmar un comercial.
Tercero: ¿qué le pasó a Antonio Valencia?, ¿por qué el capitán ha sido uno de los puntos más flojos, algo que era impensable? ¿Es la hora del declive o simplemente se trata de un inoportuno mal momento producto de la temporada inglesa?
El cuarto ha sido el ‘bullying’ que ha sufrido Michael Arroyo. La jugada en que se acomoda pero termina perdiendo la bola para el gol de Suiza será la postal del torneo para Ecuador, a menos que se logre eso que parece imposible: clasificar a octavos. Si Francia no cae, Twitter se llenará del hashtag habitual: #lárgateRueda. A ver qué pasa…