Moisés Caicedo, jugador de Independiente del Valle. Foto: Archivo / AFP
El jueves 20 de febrero del 2020, Moisés Caicedo se aprestaba a descansar en su habitación en el sexto piso de un hotel en Asunción. El mediocampista integraba la delegación de Independiente Sub 20 que jugaba en Paraguay la Copa Libertadores de la categoría.
El joven recibió una llamada en su habitación: un dirigente del equipo , que tenía una habitación en el piso nueve, le pidió subir de urgencia. “Debes volver de urgencia a Ecuador. Miguel (Ramírez) te necesita para el partido contra Liga”.
Sorprendido por la noticia, el futbolista fue llevado al aeropuerto Silvio Petirrosi y tras un viaje, que le tomó casi ocho horas, llegó a Quito el viernes 21. Un día después saltó a la mojada cancha del estadio Rodrigo Paz, en donde Independiente puso a un equipo de alternantes ante Liga.
Caicedo jugó con tanta frescura y solvencia que nada hacía pensar que 24 horas antes estuvo de viaje. Fue una de las figuras de la cancha, en la victoria rayada por 3-2.
El jugador integra el equipo de Primera de Independiente desde el año pasado, pero en el equipo apuntan a que este será el año de su consagración. Claro, si es que el balón de fútbol vuelve a rodar en el torneo.
Caicedo, de 18 años, actúa como volante de primera línea, justo en la posición en la que se desempeña el capitán y principal símbolo del equipo: el argentino Christian Pellerano.
La química entre ambos ha sido fuerte desde las primeras prácticas. A ‘Pelle’ le gusta aconsejar y guiar a los más jóvenes y a Caicedo, que se formó inicialmente en Espoli y llegó a los rayados a los 15 años, le encanta escuchar y aprender. “Tiene una visión periférica espectacular. Sabe ubicarse y sabe dónde tiene que poner el balón. Sabe escuchar y tiene un futuro enorme”, sintetiza el foráneo al hablar de su joven discípulo.
Christian Pellerano anotó el empate 2-2 de penal, a los 90 (+1) del partido jugador en el estadio Atahualpa de Quito. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
El novato futbolista devuelve los halagos. “Pellerano es calidad de persona. Desde que llegué al primer equipo me aconsejó, me habló no solo de fútbol, sino también de la vida. Es un compañero al que estimo y valoro mucho. Me ha enseñado muchos tips de la posición: cómo marcar, como posicionarme, cómo avanzar con la pelota”.
Tras aquella buena exhibición con Liga, en el torneo local, el joven mediocampista tuvo que volver a Paraguay para el remate de la Libertadores Sub 20. Volvió a ser decisivo: marcó el gol del empate en las semifinales ante Flamengo (el partido luego se definió en penales) y destacó en la final ante River Plate. Como capitán del equipo, levantó la Copa, algo que también había hecho en la misma ciudad su maestro Pellerano, en noviembre pasado, cuando el equipo mayor ganó la Sudamericana.
“Moisés, como el resto de juveniles del primer equipo están con nosotros porque ya están listos para la alta competencia”, dice el DT Ramírez, quien tiene una relación cómplice con la joven promesa.
Luego de ganar la Copa juvenil en Paraguay, Caicedo creyó que tendría un par de días de vacaciones, pero Ramírez tenía otros planes. “Y usted, ¿no va a venir con nosotros a Guayaquil?”, le dijo el ‘míster’ antes de convocarlo al duelo de Libertadores ante Barcelona, en donde Independiente goleó 3-0.
Entró en el segundo tiempo y se puso al lado de Pellerano. En la segunda fecha de Copa también entró al cambio ante Junior y marcó un golazo. Su maestro lo miraba con evidente orgullo.