El entrenador Édison Guerrón, con buzo blanco, da indicaciones a los juveniles de la Sub 16 del América de Quito, en la Casa de la Selección.
La cancha alterna del Aucas se inundó el miércoles y se suspendió un cotejo. Foto: Álex Puruncajas/ EL COMERCIO
Los deportistas de los equipos juveniles de la Serie B y de la Segunda categoría se entrenan y juegan los partidos sin un salario o incentivo económico fijo, en la mayoría de los casos. “El incentivo aquí es llegar a Primera“, dice Édison Guerrón, técnico de los planteles Sub 16 y Sub 18 del América, que este año volvió a Primera División.
Guerrón dirige a 50 talentos del club ‘cebollita’ que compiten en los torneos de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF). El año pasado, 2 777 jugadores de entre 12 y 21 años fueron inscritos en el organismo. Los planteles de las series A, B y Segunda tienen la obligación de contar con equipos para torneos, desde los 12 años.
El miércoles pasado, en la Casa de la Selección, Guerrón arengaba a sus dirigidos para que derrotaran a la Sub 16 del Gualaceo, de Azuay. ¿Saben lo que es estar sin ganar un partido?, preguntaba a sus pupilos en la banca de la cancha sintética del complejo deportivo.
Tras las arengas, sus dirigidos fueron al segundo tiempo para obtener su primera victoria en el torneo. Dalinver Medina y José Feijó marcaron y consiguieron el objetivo.
Ese miércoles, sus rivales, los juveniles del Gualaceo, arribaron a Quito, a las 06:00, luego de un viaje en autobús de ocho horas. Para contratar el transporte, el coordinador del equipo –Xavier Guarquila– recogió dinero entre los familiares de los talentos. Los padres de los futbolistas también suelen aportar económicamente para los gastos de alimentación.
Los deportistas del cuadro visitante abandonaron la cancha con frustración. Kevin Saquicela, el ’10’ del plantel, había fallado un penal antes de que el equipo recibiera los goles. Tras la derrota en Quito, debían emprender el largo retorno hasta el cantón azuayo.
Guarquila reconoce que los jóvenes no cuentan con sueldo. En ocasiones, los jugadores que vienen fuera de Gualaceo, reciben dinero para su alimentación. “Les entregamos USD 5 o 10. Tampoco podemos dejarlos a la deriva. Los problemas económicos no solo son de los equipos de la Serie A”, expresó Guarquila.
En el club hay más de 60 jugadores de entre 15 y 18 años. Ellos practican por las tardes. Por las mañanas estudian. Ensayan en la cancha de Bulcay, a cinco minutos de Gualaceo y en una cancha de Paute.
En el América, los juveniles también estudian. Es una obligación que sigan el colegio. Kevin Robalino, de 18 años, es uno de los que estudió a distancia.
El mediocampista, nacido en Morona Santiago, pasó por la Sub 18 del América. Este año, ya subió a Primera. El volante quiere debutar en el torneo de élite, una ilusión de la mayoría de sus compañeros y de los centenares de jugadores que compiten en las formativas.
Para Nelson Montenegro, DT de las juveniles del Imbabura, lo más importante es que los talentos se formen deportivamente. El miércoles, dirigió a la Sub 16 del cuadro gardenio ante Aucas, en Chillogallo. El equipo no contó con un médico, solo con un fisioterapeuta.
Luego se enfrentaron los planteles Sub 18, pero el partido se suspendió por una fuerte lluvia que afectó la cancha. Por ello, el cuadro gardenio retornó a Imbabura y regresó la mañana del jueves a Quito.
Montenegro cuenta que el club costea los gastos de los juveniles, pero admite que esto no ocurre en otros clubes. El año pasado, su rival, Liga de Loja, no se presentó a un partido. Por no presentación, la FEF sancionó a equipos, en el 2016. Este año, no se han reportado esos casos.