Tres mil futbolistas tienen inscripción tardía, del 2012 al 2015 y seis nuevos casos de futbolistas con doble identidad registró esta semana la Ecuafútbol.
Una cifra que debería preocupar a la dirigencia. Sin embargo, hasta el momento al parecer le importa muy poco.
Cada martes se conocen nuevas convocatorias a futbolistas para cotejar sus datos como parte del proceso de validación de documentos de los jugadores juveniles, los casos de trampa crecen en lugar de disminuir. Sin embargo, la dirigencia se resiste a sepultar una medida que carece de credibilidad en el mal llamado “proceso de promoción juvenil”.
“Para derogar una normativa se requiere de un congreso ordinario… hacerlo sería contravenir los reglamentos…”, dicen algunos dirigentes.
Registrar a 3 000 juveniles con problemas de inscripción tardía revela que esta trampa involucra a todos los estamentos futbolísticos. Más aún cuando un destacado exfutbolista reveló que para aceptar a determinados “talentos futbolísticos” en un equipo de la segunda división, el entrenador y el dirigente condicionaron a esos jugadores “bajarse dos y tres años” para inscribirlos.
El fútbol menor está corrompido por la trampa y en esas condiciones la fórmula del juvenil en cancha no tiene cabida en mentes racionales.
La normativa hay que derogarla a través de una salida legal. A la dirigencia, tan experta en asuntos legales, no le será complicado encontrar un recurso jurídico que atenúe su preocupación por el apego a la Ley.
Es preferible romper los reglamentos por una total sanidad del fútbol juvenil antes que adoptar una actitud cómplice para que el status de la farsa se mantenga semana tras semana.