La gloria y el éxito en el fútbol son efímeros como el paroxismo del gol. Quienes lo disfrutan están convencidos que durarán por siempre pero como el fútbol es una actividad terrenal ciertos finales son patéticos.
El Tribunal de Garantías Penales de Pichincha sentenció al expresidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) a 10 años de prisión por el delito de lavado de activos. De esa manera concluyó una trayectoria de 36 años de Luis Chiriboga, quien fuera hasta marzo el hombre más fuerte de la dirigencia del balompié local al ocupar la presidencia de la FEF por 18 años.
Chiriboga cumplió la conscripción futbolera desde 1976; fue vocal suplente de las formativas en Deportivo Quito hasta llegar a presidente de la FEF. Comenzó en el país sorteos (La Gorda) para financiar los clubes y así conoció los fundamentos económicos para manejar el fútbol en el país. Clasificó al Ecuador a seis mundiales (tres absolutos, dos en formativas y uno en la rama femenina) y a través de un adecuado manejo político alcanzó poder internacional.
Su mandato se caracterizó por asumir poderes absolutos dejando a sus compañeros de directorio como simples actores.