El fútbol ecuatoriano quedó desacreditado por el bochornoso FIFAgate. La acusación que hace el Departamento de Justicia de EE.UU. al Presidente de la Ecuafútbol es grave.
Lo incrimina por integrar un grupo de directivos de Sudamérica que recibían coimas de millones de dólares de las empresas que comercializaban derechos de TV y marketing.
Esos hechos se agrupan a la crisis económica que atraviesan los clubes por la mala administración y legislación de la Federación en los últimos años.
El Directorio de este organismo lo que ha hecho es blindarse, luego de que Luis Chiriboga fuera vinculado en el FIFAgate. Lo suspendió 90 días para ganar tiempo y ver la forma de acoplar sus piezas y mantener el período para el cual fue elegido. Pero es necesario que sus integrantes renuncien y llamen a elecciones como una muestra de decencia. No hacerlo es aferrarse a los cargos, en los cuales están desde 1998.
En caso de que los miembros de la FEF no aspiren a transformar el fútbol, son los directivos de los clubes, donde hay notables empresarios, los llamados a ese cambio para encontrar soluciones. Ellos tienen que impulsar reformas a los estatutos y reglamentos.
Por eso, la Liga Profesional que impulsan algunos clubes tiene que contener normas claras, radicales y sin contemplaciones, que den ejemplos de evolución.